miércoles, 10 de marzo de 2010

Buenos Aires

Llegué a Bs.As. a finales de 1992. Por supuesto, a los que fui por ayuda por un sitio para dormir y estar, fue a la congragación de donde era miembro: "Ondas de Amor y Paz". Dí más vueltas que un carousell para terminar quedándome toda la noche en una pizzería cerca de ahí, por Av. Rivadavia. Tenía sólo 400 dólares y no quería ni podía salir a buscar con el equipaje a cuestas, gastando todo en la primera pensión que encontrara, sin tener trabajo primero.
No recuerdo cómo terminé yendo a la casa de Marcela y Sergio (el que era abogado del Pastor Giménez). La casa era enorme, de dos plantas y la de abajo estaba vacía. Allí me dieron una habitación, sin pagar nada, claro.
(Casi recién llegada recuerdo que iba en el colectivo pasando por Retiro y mirando por la ventanilla. Pensé -"otra vez en Buenos Aires."- e inmediatamente, me escuché diciéndome -"pero tampoco es definitivo"-)

Fue en esas fechas que Sergio me dijo por qué no denunciaba al periódico que tres años atrás había publicado mi imágen relacionado con aquél crimen. Le contesté que no tenía suerte con las denuncias; que con la sucesión de mi papá y el juicio laboral en donde mi propio abogado me había impugnado a mi testigo, ya tenía bastante. Y que no estaba yo para meterme en litigios. (Siempre evité el tener que confrontarme, ya sea por cuestiones legales y/o económicas...). Insistió un poco y la cosa quedó ahí.

Me era imposible conseguir trabajo. En los lugares de los que estaba segura que me iban a llamar, terminaba sin noticias.

Con Marcela compartimos tiempo haciendo compras -para, en parte reponer las cosas que se me habían quedado en la maleta en Madrid- ropa de verano y otras. Festejamos en su casa el cumpleaños de su hijita con un montón de gente y no recuerdo qué otros acontecimientos más. Marcela había sido en parte una buena amiga, a la que siempre le había tenido un especial cariño, pese a que cuando conviví con ellos no estaba de acuerdo en muchas cosas en el trato a su pareja.

No recuerdo cuánto tiempo estuve en su casa, meses, 3 tal vez. Un día sin razón aparente o confesada, Sergio me dijo que tenía que marcharme. Sin más, se hicieron las maletas y me dejó en la parada del colectivo. -"Por favor, qué está pasando conmigo"-, recuerdo que pensé. Y por supuesto cuestioné la calidad de amistad de Sergio.

Terminé alquilando un cuarto compartido en una pensión por la Av. Rivadavia. Me quedé prácticamente sin dinero y no había conseguido trabajo.

Hablando de ésto con un hermanito de la iglesia, me sugirió me dedicara a la venta ambulante. Que él y sus siete hijos vivian hacían años de eso. Vendían bolígrafos. ¡Y yo, una administrativa, que había llegado a ingresar a la Universidad, no sólo había tenido que limpiar casas sino que ahora tenía que salir a vender ambulantemente?! ¡Yo, que era "la hija del dios viviente"!

No me animé con los bolígrafos, pero sí fui a comprar unos encendedores muy de moda, esos que no tienen llama. Compré cuatro con lo que era todo mi dinero. Hice 2 calles y volví por ocho; hice cuatro calles y volví por dieciseis. Al final del día los había vendido todos...

Así comencé mi actividad como vendedora ambulante; era un verdadero estado de nervios cuando se me terminaba una mercadería y tenía que ver nuevamente qué salir a comprar. Peluches, agendas... Todos me recomendaban los bolígrafos, pero una que es medio caprichosa...

En algún momento comencé a comentar por la iglesia que necesitaba un lugar más económico en donde poder vivir, porque a pesar de todo me resultaba bastante ajustado e incómodo, todo hay que decirlo.

DESMITIFICANDO IV

Las religiones son una imposición cultural. Los "creyentes" cristianos, por ejemplo, te dirán que "han visto..." (a María, a Jesús o al que más les guste). Pero fíjate que un@ chin@ en China nunca tuvo, ni tendrá, esas "visiones" a no ser que que le hayan inculcado esa creencia.

Te has puesto a pensar por qué tú eres "creyente" cristiano, o por qué (dices) crees en dios?...

Pero como suelo decir yo a veces:





<>"Cuando tú duermes,

tu dios también.

Así que ¡duerme, por favor!

y yo tendré ese tiempo de ¡paz!






En la inquisición se utilizaban utencilios como éste:

Se llama
"La Pera"


Para torturar ANAL, BUCAL O VAGINALMENTE





Hoy, para torturar de la misma manera, utilizan(mos) lo energético-mental-corporal- (visualizaciòn creativa) y la palabra, por ejemplo, "que se te abra", "que un camión se te introduzca...", "te introduzco lo que llevo en la mano", etc., no sé si provocando el mismo efecto, pero sí sé que tiene sus efectos físicos, y los que envían a hacer acosar con éste método, lo saben.