martes, 23 de marzo de 2010

HASTA DONDE?

Cuando dejé esa casa, para que no me vieran los que me perseguían (que ingenua de mí, que inocente!), pedí un taxi y salí por la puerta de atrás.

Como en todas las épocas, hay episodios que no recuerdo al detalle.

Había alquilado una habitación en una casa horrible, con una ventanita al aire y luz de un primer piso y que daba justo al ascensor. Habíamos mujeres y hombres. Siempre huí de convivir con hombres. Pero allí estaba.

Dí mas vueltas...! Alquilé y me mudé tantas veces... Sí, era lo mismo que en Bs.As. No econtraba un sitio en donde respetaran mi derecho a la privacidad. Entraban a la habitación como si no estuviera alquilada. Con las gentes de estos sitios el trato era, primero, alfombra roja, después, la peor del condado.
Oportunides de trabajo, poco, nada y malo: me ofrecían 80.000 peseteas... Pero en concreto, no conseguía.


ME ENCONTRE CON GENTE DEL PASADO

Poco a poco se fueron haciendo eco de mi situación: amedrentada, perseguida, sin trabajo. Incluso, cuando estaba hablando desde una cabina en un bar con "les" me robaron el número de teléfono que tenía anotado de "les"!!!
Hicieron TODO para ayudarme. No hubo manera.

Me fui a Sants Estació, miré el mapa y dije:-"Lo más lejos?".- Y me fui a La Coruña.
El viaje fue un tormento. Se me sentaron atrás, en el otro compartimiento, y toda la noche pateándome el respaldo del asiento, y jaraneando. En el bar del tren, un par de individuos (e individuas) con los que tuve una discusión por faltarme el respeto. Un hombre discutiendo con su acompañante porque -"ésto puede ser peligroso!!!"-, le decía uno al otro.
Cuando bajé del tren por por la mañana me fuí directo a poner una denuncia por lo ocurrido en el viaje. Estaban a punto de transcribirla cuando uno, a mis espaldas, le hace señas al que me atendía, que no, no, no. Traté de discutirlo, pero no, no, no.

Alquilé una habitación a una señora que se paseaba por la estación ofreciendo la suya, un lugar que tenía exclusivamente para eso. Pero, como era caro, estuve poco.
Con ella me pasé casi toda la noche hablando del problema que yo tenía, mientras otro, un individuo que había llegado después que yo, oía desde la otra habitación. Era un "enviado", un perseguidor.

Me gustó A Coruña.
Me fuí a vivir a una casa muy rara. La habitación no era nada extraordinaria, pero el resto de la casa, medio antigua, no estaba mal. No recuerdo si eran una o dos mujeres porque fue por poco tiempo. Mucho indagar al principio, invitada a comer, compartir momentos en la sala, tratada como una reina, y de pronto un día sin mediar palabra me encontré con algo que no voy a poner aquí, porque me lo hicieron esa vez y nunca más...

Alquilé, ahora sí, una habitación grande, luminosa, con tv. en la habitación, en la calle Vicente Alexandre, por 17.000 pesetas. El piso era solo para nosotros, los inquilinos. Había una "galleguita" con la que nos hicimos amigas, y un chico.

Conseguí trabajo en un bar como ayudante de cocina. Los dueños, una pareja. En regentaba el bar, ella tenía una zapatería. Todo bien. (Muy bien: me invitaron a pasar, allí mismo, esas Navidades con ellos y sus hijos -de ella-, con los que nos peléabamos por las angulas.
Mientras ella las cocinaba y me enseñaba, yo me horrorizaba -"¡yo no comeré eso!!!"- sufría. Ella -"ya verás"-, me decía -"mis hijos se pelean por ellas."- Y yo, una vez las hube probado, me peleaba con ellos. Ella se partía de risa. Había tenido razón. Deliciosísimas!!! las angulas.

Todo se estropeó cuando él empezó a querer pasarse. "Los comentarios" ya habían llegado hasta ahí también y con ello, los problemas. Discutimos muy fuerte, ¡no más me faltaba! Que roces, que miraditas, que insinuaciones... habiendo yo estado sentada a la mesa con su mujer!!! ¡Qué falta de respeto, no sólo hacia mí, sino hacia su pareja, que no sólo era un tesoro, sino que a el le trataba como si fuera de oro. ¡Qué se había creído?!
Se vengó no queriendo pagarme. Me costó, pero al final, me pagó. Eran 80.000 pesetas por mes, pero gastaba menos que en Barcelona.

Mi amiguita de Vicente Alexandre me dejó su trabajo, ya que ella no lo quería. Cinco horas para ir a darle de comer a una abuela y a su hija no muy...lúcida. 60.000 pesetas. Nada mal.
Peeero...