martes, 13 de julio de 2010

ALGO...¿DIFERENTE?

Tu te imaginas entonces que ya está, que ya tenían conseguido lo que por tantos años habían perseguido: asesinarte socialmente, desacretitarme, descalificarte totalmente y para siempre; cerrada, y para siempre, toda posibilidad de pataleo y de reclamo. ASESINADA. Por lo tanto, se había acabado. Pararían...

Fue una etapa de planes , proyectos, demostraciones de inmenso amor y comprensión, y todo lo contrario. Las actitudes típicas que adoptan las personas cuando son manejadas y se dejan manejar: todo es confuso y contradictorio; hoy eres la mejor del condado; mañana, sin que nada haya cambiado, eres lo más despreciable y digno de quitarse de encima.

De última los días transcurrían  en prácticamente una absoluta soledad, sin un mísero dinero y sin perspectiva ninguna de obtenerlo de ningún lado. Sí es de estacar que para comer no me faltaba. Las escasas oportunidades de trabajar terminaban otra vez en nada. El esfuerzo que se pudiera hacer hacia mi persona para que retomara una vida socioeconómica normal, eran vanos; todo resultaba saliendo extrañamente mal.

Mossen Antoni me había ayudado a sacar la maleta de Sants, así que por fin me había hecho con mis cosas, en especial con mis papeles, documento, y efectos personales. Cartas de mi hermano desaparecido en el 79, fotos de el y de mi padre, además de las denuncias realizadas por mí hasta ese momento; y todo lo que tenía fruto de mis trabajos en las "casas de familia" en las que había trabajado.

Pasé por entonces momentos de depresión, no te lo voy a negar. Extrañaba a ese hombre pero ya no había ninguna posibilidad con el. Aún así fui varias veces a visitarlo, pero era riesgoso y a veces era inútil por no aceptarle las visitas. No, las cosas para mí no habían cambiado. No habían resuelto ya parar. Al contrario, ahora el acoso incluía la estancia en ese lugar.

Se supone que yo debo de reconocer todas las señales que me envían con el asedio, a qué se refieren, y no siempre es así. En el nosocomio los internos tenían la costumbre de, cuando me veían a mí, hacer como que se agachaban sobre un wc y se tomaban las nalgas con las dos manos. Yo por entonces no interpretaba qué quería decir el mensaje; sín interpretaba que me "acusaban" de ser porno cuando aparecían hojeando ese tipo de revistas que vaya a saber de dónde sacaban...

Después de muchos intentos, idas y venidas, buenas y malas (en una confusión me tiran todas últimas fotografías que me quedaban de Buenos Aires, del Hogar Pagola, y el pasaporte -otra vez-), y habiendo entre los intentos haber sugerido de irme a Canadá, con nulo resultado, decidí dejar la casa y volver a la calle.


Decidí parar esta vez (ya que la última vez había andado de un sitio para otro) en las esquinad de Rosellón y Ramblas de Catalunya, a 30 metros de la Diputación de Catalunya...

Fue cuando me hice carteles de un metro por unos sesenta centímetros, en donde explicaba en resúmen por qué y cómo había llegado a estar allí. El objetivo era apelar el acoso con el hecho de "satanizarme" y el ir "rezando a San Cogno" (es decir el ataque energético hacia mis genitales), además de pretender frenar la distribución de lo "porno" con mi cara.

Dormía en los bancos de Ramblas de Catalunya, otra vez en cartones para protegerme de las lluvias y las tormentas... Ya era otoño/invierno y el tiempo era malísimo, con aguaceros y mucho frío.
Un tiempo después pasaba a dormir en los cajeros automáticos de las Cajas de Ahorro.

Por supuesto (¿?) con todos estos intentos tampoco conseguí nada.

Al final, una mañana en el momento de ir a un wc de un bar cercano, terminaron robándome toda la documentación que había acumulado hasta entonces: las denuncias contra todo ésto.

RESISTIR


Como por ese entonces estaba sin el pasaporte por haber sufrido la segunda sustracción cuando me robaron el bolso con todo lo que tenía de valor por entonces, ya que lo llevava conmigo por ser mas seguro, (anteriormente me habían robado los dos moviles que había comprado en la época de "trabajadora doméstica", perdiendo, por supuesto, todos los números de las gentes que hasta ese momento había conocido) fuimos con la trabajadora social a hacer los trámites. ¡Qué impotencia, qué indignación, ver cómo en el trayecto, por la calle, ella se "prendía" en el mismo acoso social del que era objeto! ¡Qué descaro, qué impunidad, qué perversión!

Enpecé a desesperarme por salir de ahí adentro. La Dra. se había marchado de vacaciones y comencé a dar vueltas buscando cómo marcharme. El tema, ahora, era que no podían dejarme ir porque no tenían a donde hubicarme y ¡no iban a volver a dejarme que fuera a la "vía públia"! Malditos, habían consentido en mi asesinato y me venían con ese cuento.

Obviamente no tenía otra salida. Fui a hablar con alguien a quien había evitado a toda costa molestar por ese tema, nada más que por no complicarle la vida. Por supuesto sin mucho agrado (las manipulaciones y las mentiras vertidas sobre y acerca de mí habían ya dado sus frutos) me dijo que si. Al poco tiempo, con dolor por dejar a este chico, luego de hablar con el que creo era el Director del Centro, me marché.

Era por el mes de julio de 2002.