miércoles, 17 de marzo de 2010

1998, AÑO DE DEFINICIONES

Las vueltas que dí por esa ciudad, entre el trabajo (otra vez a vender), cambiando cada mes, dos o quince días, habitaciones por toda la ciudad, buscando,¡otra vez! en las iglesias ayuda...

En todas las casa era lo mismo: entradas a mis habitaciones, llamadas telefónicas a l@s encargad@s de las pensiones; tirar comida...
Repetir y repetir, de un lado para el otro.
Yendo a policía, una, dos, tres...
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto...
Termino en la Fiscalía poniendo éstas denuncias, previamente habiendo pasado por la experiencia de intentar con abogados del Colegio... Donde aparecía alguien que sí me quería acoger, aparecían superiores echando todo para atrás.
En la Fiscalía me atendieron dos o tres denuncias, el resto las tenía que preparar yo y presentarlas. No faltaron las preguntas de quién preparaba los escritos. -"Yo, quién los va a preparar"- Miradas raras, escudriñandome y luego gestos de... resignación?

Entre éstas idas y venidas, voy a ver a N2 a donde sabía que vivía. Estuvimos hablando y le pedí si podía recibirme ahí donde ella vivía. Y sí. Me mudé otra vez. A una calle del Pagola...

Tenemos que aprender que los grandes crímenes no los comete uno solo. Siempre son más.

Creo que fue cuando fui a vivir a esa casa que comencé con las denuncias, porque allí era escribir y escribir en mi pequeña máquinita para presentarlo a la fiscalía.

De todas formas terminé llevando a la policía a esa casa porque estaba harta de que me entraran en la habitación.

El agente que vino dijo que necesitaba una custodia como protección y entrar en un programa de esos.
Fue llegar a la comisaría, y todo a la mierda otra vez. Nada (como dice la gestapo ahora).

Las comunicaciones del juzgado comenzaron a lloverme (¡Como fue en la calle San Martín 911 con el juicio laboral!) Parecía yo la denunciada y ellos los denunciantes... De hecho en más de una ocasión tuve que pedir que se modificaran estas carátulas porque las invertían...

La más notable fue la que me llega pidiéndome que me presente en la comisaría -por supuesto, del barrio- y viera a un tal Oficial (del ejército) no sé qué. Ay!, las energías - cuando iba de camino-. Era atravesar, verdaderamente, paredes. Cuando llego, veo, atravezando el patio, al tal Oficial (por el uniforme del Ejército) sentado justo enfrente de mí, en un despacho, sentado en el escritorio, que me mira por encima de las gafas, o esa clase de mirada. Me intercepta uno de civil. Que quiero hablar por el juzgado con ese señor. -"Ah, sí, venga conmigo que es lo mismo"- me dice. El otro, ni se movió. Segía mirándome. Este de civil ¡otra vez! anota todo en un papel con un "lápiz". Yo, quejándome de la gente con la que vivía en la casa y echándole la culpa a N2. Preguntas? Ninguna. El de civil me miraba como diciéndose: -"ésta es o se hace?"-

Vuelta al juzgado. El juez, que quería un informe del forense. Ésto ya me lo había dicho la Fiscalía, que necesitaban demostrar que yo estaba mal, para poder hacer ver el daño que me habían hecho. Me negué rotundamente, ya que yo no me encontraba mal, sino harta de que no me dejaran vivir y de que no pudiera estar en ningún sitio sin que tuviera visitas en mi ausencia haciendo desmanes en cada sitio que intentaba poder vivir.
Ahora el juez. Pero yo confiaba en la justicia... Así que fui al forense. Este sinverguenza (no sé -hoy- si manipulado o corrupto), me pregunta nombre y apellido -con un asco el hombre, que parecía que tenía una babosa delante de el.- y edad. Se acabó el exámen.
Esto sirvió para que el juez de Primera Instancia Instrucción Nº 27 de la Capital Federal, me declarara, cha chan, cha chan: INCAPAZ.
Y no me lo dijo él, que yo lo estaba esperando afuera para que me concediera una audiencia, cuando salió y me dijo que ya había resuelto MI problema habitacional y de alimentos, no, cobarde, me mandó al archivo y un jovencito, muuuy coloradito en ese momento, me entregó el expediente, y lo leí. ¿ESTUPOR?, ¿INDIGNACION? ¿IMPOTENCIA? ¿DESESPERACION? ¿INCREDULIDAD? ¿SENTIMIENTO DE ABSOLUTA INDEFENSION? Todo eso junto y más.

No sé como hice, pero pedí la recusación del juez.
Obviamente, no me podía quedar en Bs.As.


Con N2 habíamos terminado peleándonos muy feo por sus constantes burlas y, en otras palabras, "obediencias"...
Su hermanita estaba también con nosotras y lloraba a mares cuando N2 y yo nos peleamos. Ahí fue cuando le reproché qué cómo había sido capáz de decir de su hermana que había hecho películas pornográficas. Que qué clase de persona era para hacer eso. Yo, claro, ya había decidido irme.

A todo ésto, mi amiga de mis 24 años me había llamado a ésta casa y me contó por teléfono que le habían estado preguntando por mí, que cuánto tiempo hacía que me conocía. Pero que lo dejaría para cuando nos viéramos, a las 7 en el café de la esquina.
Entonces, ya se había olvidado de que era lo que me tienía que decir y aconsejándome de por qué no me iba a vivir al campo... Le dije que quien quiere ayudar no envía mensajeros con mensajes de otros, sino que él mismo dá la cara y dá el mensaje. Se puso roja y asintió.Me levanté de la mesa y me marché. No volví a verla más.

Vendí, gracias a N2 el televisor, le pedí 30 pesos a un hdp del que aquí ahora no quiero hablar, que me había reencontrado después de 20 años, y ya no sé cómo otra vez me había comunicado con Teresa. Que me fuera para Lima que ella se volvía a España y que yo me iría con ella...

Salí de Bs. As. con 130 pesos.Hasta donde llegara... En tanto esperaría que Teresa me enviara un giro. Tenía 44 años. Lo sé porque en ese viaje, que duró tres días y tres noches, bajando de un autobús y esperar subir al próximo que me acercara más al objetivo, perdí la vista. Ya no podía leer. De una noche, que leí un poco la Biblia, al día siguiente, que ya no pude leerla.

En cada parada, era llamar a Teresita por el giro. Y el giro nunca llegó. Así que aguantar y ayunar. Lo único, el taxi hasta su casa, que sí lo pagó ella.


Yo estaba deshecha, desmoronada. Como un animal apaleado. Ya ni siquiera lloraba. Sólo estaba rota, hecha pedazos. Y sabía que Teresita no iba a ser un consuelo para mí, ni un hombro para llorar y ni siquiera alguien en quien se pudiera confiar.

Ahm, pequeño detalle: en la Fiscalía había denunciado todos los pasos hasta llegar hasta ellos, que había hecho, incluso el hecho de ir a Prevensión del Delito de la Policía Federal -en donde el jefe, uno muy joven, me dijo que tenía tres cadáveres para levantar de un tiroteo que había ocurrido en pleno centro de la ciudad y que yo le iba con que me estaban persiguiendo-, y llamó a la comisaría de la zona y les dijo que me atendieran (porque no querían) ya que habían quedado en que yo estaba "bien" (limpia). O sea que me habían estado "investigando".

A las iglesias evangélicas a las que había ido por ayuda, y cada conversación con cada uno, además de al Ejército de Salvación, a N2 y a otro montón del Ejército de Salvación.
También al Colegio de Abogados de la Capital Federal.

En fin, denuncié a todo el mundo. A todo el mundo que había participado en el acoso y el desinterés por el tema que habían demostrado por las manipulaciones.

OTRO INTENTO

Cuando llegué a la casa de Teresa, ella ya había cambiado por completo en lo que había sido por teléfono.
Yo felicísima de poder hacerla oír lo que había aprendido, con el teclado... Jamás salió del estuche. No le importaba lo que se dice, nada. Como siempre, las maletas sin desarmar, el televisor y el teclado embalados todo el tiempo.
Mi dulce prima también había cambiado; además estaba con problemas de haber denunciado a un vecino y la "justicia" la había fastidiado bien fastidiada. Lo relacioné conmigo. -Aunque, francamente ya no recuerdo si fue ese año o el siguiente- ¿Perjudicaban a la gente que tenía que ver conmigo y puedieran ser testigos?
Un tiempo atrás me había reencontrado con mi amiga de mis 24 años. Como siempre, habíamos pasado tres días juntas y me había quedado a dormir en su casa: una preciosa habitación con altillo, en la que vivía hacían tre años.
Cuando nos reencontramos luego de esos tres días, había perdido su trabajo de ¡12! años, no le habían pagado ni el sueldo -porque la dueña la acusaba de haberse quedado con 1400 dólares -a juicio-, y la habían echado de la casa porque, en su ausencia, le había caído un comando policial (los de los camiones celulares, como se le llamaban en Bs.As. entonces) y le habían dado vuelta la habitación, por una denuncia. Ella fue a averiguar qué había sido todo aquello y el procedimiento no constaba como efectuado. En suma, nadie había ido.

Ahora mi prima con problemas de "justicia" y con ideas de marcharse del país. Con casa propia (doce años viviendo allí), con una excelente reputación, y, de pronto, todo a la basura. Todo muy raro.
Conmigo el tema era que Teresa le había dicho que yo había dicho de ella que era una mala madre y que se lo pasaba de discoteca, abandonando a sus hijos...
Cuando Teresa, el año anterior, me había preguntado sobre mi prima, que qué me parecía, le ví la mala espina. Aún así le dije que era una buena samaritana, y una gallina con sus polluelos. Eso fue lo que ahora le contaba yo a mi prima. Me creyó. Porque conocía a Teresa.
Ese año me enteré de muchas cosas de Teresa. Una de ellas era que a mi prima le había hecho, también a sus 24 años, lo mismo que me había hecho a mí a la misma edad; y que nunca, ni con su propia madre, se había podido sacar el "mote" de puta. La había difamado en tanto estaban ambas en Barcelona.
También me enteré que se "sabía" que "Teresita", la otra hija -suicida- se había matado por encontrar a su madre con su marido en la cama. También la había difamado tanto en Barcelona en cuanto a la vida que la chica había llevado en Lima, como en Lima sobre (según ella) la vida que la chica hacía en Barcelona. Le cerró todas las puertas.Que había dejado una carta a la policía antes de quitarse la vida echándole la culpa a su madre.
Mi prima me contó que en uno de los años que Teresa vivió en Lima -desde que se jubiló, viajó, contenedor (barco) para aquí, y para allá, como cuatro veces- la convenció de que se fuera a vivir con ella, que alquilara el departamento de ella y vendiera todos los muebles y demás cosas de de su casa, ya que ella tenía una casa muy grande y tranquilamente podían vivir los cuatro, y de paso se llevaba unos dineros del alquiler. A los tres meses la dejó en la calle con los dos chicos. Tuvo que meterse en un galpón hasta que le desocuparon su casa.
Yo alucinaba a medida que me enteraba de todas éstas cosas.

También me reencontré con más primos y primas. Que podía trabajar con ellos (tenían empresa propia).
También conocí a mi tío que no vivía en el Perú. Me pareció un hombre genial.

Mi otro tío y su mujer también me habían recibido de maravilla, al igual que su hija. Con mi tía habíamos ido a dar una vuelta por el malecón y la costa. Ella me hablaba mucho y yo dándole vueltas a mi cabeza de qué iba al final terminar haciendo con mi vida. No podía pensar en otra cosa. Veía que todas las posibilidades se me terminaban, que con Teresa era imposible y todos los que me habían ofrecido su ayuda y amistad y todo, se echaban para atrás. Una de las personas me dijo -"prefiero enviar a mis hijos a la guerra, antes de que caigan bajo la lengua de tu madre"-
También me habían referido secuencias de su conducta, gentes que la habían conocido de joven, tanto con los hombres, como con su propia familia, así como su "manía" de montar verdaderos escándalos porque "le habían robado sus joyas". En cualquier lado, con cualquiera. Todo terminaba apareciendo y resultaba ser baratija.
Que había sido una desgracia para su madre (mi abuela), que a los 14 años se había ido de la casa al mundo.
Que eran cuatro hermanos (o cinco) del primer hombre de mi abuela, un hechicero bravo y malo de la selva y que los otros hermanos eran hijos del que sí se casó con mi abuela. Que aunque este señor los había querido reconocer, mi abuela no habían querido, así que llevaban todos ellos su propio apellido. De resultas, le había venido a decir a mi hermano, que había tenido madre y padre, bastardo, y la bastarda era ella. Que todo su resentimiento venía porque sus hermanos segundos eran los que tenían dinero `por su padre, en tanto que los del primer hombre de mi abuela, no.
La cuestión que el paseo con mi tía había culminado con un delicioso dulce que compró para las dos y que yo agradecí de todo mi corazón porque eran gente pobrísima y sabía el sacrificio que le significaba.
No sé qué pasó cuando llegamos a la casa, ya casi noche, pero me atacaron como a la peor. Mi tía había dicho cuando llegó a la casa que yo me lo había pasado todo el paseo mirando y buscando hombres. Que era una buscona. ¡Estaba yo para pensar en hombres, justamente!. No entendía, no entendía y no entendía. Como sea, me tuve que ir sola, ya de noche.
Para ésto, yo ya no estaba parando en casa de Teresa. No puedo recordar qué fue lo que pasó. Sé que terminé con las maletas dando vueltas. Primero en una casa, después en otra... Un tiempo, y luego, me tenía que marchar. La vida de todos, en donde yo estaba, se les complicaba: con sus relaciones, en sus trabajos.
Alquien que había conocido a mi papá y a ella cuando jóvenes me dijo -"Tu padre y yo éramos muy amigos. Era una gran persona, un buen hombre. Lo conocí por ella, pero te digo, lo peor que le pudo haber pasado a tu padre en su vida, fue conocer a tu madre."- Me lo habían dicho ya en Bs. As. (gente que conocí por casualidad y que me relacionaron con mi papá por el apellido y que los había conocido a los dos cuando mi papá tocaba en la orquesta y ella cantaba), y ahora me lo decían aquí...Duele? Sí, duele. Pero no tiene remedio.
No tenía dinero para regresar a Bs. As.
Al final, terminé en casa de mi tio, el genial, pero que no me podía tener. El era un hombre solo y hacía una vida muy disipada, me decía. No lo convencí. Así que él convenció a Teresa para que me diera el dinero para volverme.
El teclado tuve que terminar vendiéndoselo a uno de los primos para que me llegara el dinero, incluso con el equipaje.
Cuando fui a buscar el dinero, Teresa se asomó al balcón del último cuarto piso en donde vivía y me arrojó el dinero, con no recuerdo qué maldición.
Esta vez fui en autobús y sola a la estación. Todas las puertas estaban cerradas -o al menos, bloqueadas- para mí en Lima. ¿Qué había pasado? ¿Dos meses, uno? Vuelta a Bs.As.

ODISEA

¡¡¡Fue horroroso!!! Si antes me perseguían -incluso hasta N2 llegó a comentarme que en todos lados a donde ibamos la gente se me quedaba mirando; y solía tener un dicho -"Yaniiinnna, contigo no hay intimidad"-, y yo le contestaba que no sabía por qué.-, a partir de ahí fue terrible. Hasta bañándome encontré que me estaban espiando por un orificio que habían hecho en el azulejo. JAMAS me habían acosado sexualmente, hasta ese momento. Era insoportable. Hasta D llegó a poner el canal x en el televisor estando yo en la habitación. Llamé a C y le dije -"mira lo que está haciendo tu marido, el hermanito, del Señor-" Ellos ya se congregaban en lo de Freizon, y yo casi también. Comencé a buscar ayuda en la iglesia, hablando con una con otros, ministros. Nada. Fui a Giménez, no me recibía. Fui a la policía. ¡Que no se me ocurriera denunciarlos -al ES-!, porque me lo iban a dar todo vuelta. ¡Pero qué hago! ¡No me dejan vivir! -Luego se lo pueden hacer peor- fue la respuesta. Que cómo se me había ocurrido menterme con esa gente.
Seguí buscando en la iglesia, escribí cartas a Giménez, a Freizon, a la Asociacón de Iglesias Evangélicas de la República Argentina. Nada cambiaba.
En el hotel, estando "encerrada" en el cuarto que me cambió C luego de lo del baño, escuché que estaban rondandome, molestándome y me puse a roncar exprofeso. Después de ésto comenzaron a imitarme y, es hasta el día de hoy, que lo repiten... Y viendo ahora mismo (cuando estoy escribiendo éste borrador) mi alrrededor, me estoy preguntando para quién estoy escribiendo ésto... Y de golpe, tengo la respuesta.).
Me recorrí toda la policía que encontré y, donde estaban dispuestos a aceptarme la denuncia, aparecían misteriosos personajes a mis espaldas que se los impedía.

Supongo que en algún momento -francamente no recuerdo- le debo haber escrito a Teresa, porque el 8 de diciembre ella me llamó al hotel. Le comenté lo que me estaba pasando, y rápidamente, no dando más de sí de alegría, me dijo que me fuera con ella, que estaba muy sola, que ella era peruana y que yo era su hija y que en Lima las dos podíamos vivir muy bien, que era una señal del cielo, porque era el día de la Asunción...
¡Qué felíz que fuí entonces! ¿Sería que "el Señor" me había escuchado después de tanto orar y ayunar y que por fin íbamos a poder conformar una familia?

No recuerdo como viajé, si ella me mandó el billete o me envió un giro. Lo que sí recuerdo es que un hermanito ministro de la iglesia de Freizon me dió para el taxi. Me fuí dejando todo, excepto ropa, el teclado y el televisor.
DyC no recuerdo dónde estaban, pero sé que no estaban el día que salí, así que dejé instrucciones de las cosas que eran para ellos. Sé que tuve problemas en la ventanilla del bus: el hombre me trató francamente mal, y yo se lo reproche, que no me faltara el respeto, y el me contestó que si no quería que me faltaran el respeto, perimero me respetara a mí misma. -¡¿Y usted a mí de qué me conoce?! - le chillé. Yme fuí a la policía. Una oficial que me atendió, me escuchó, miró algo en el computer y me acompañó. Al hombre se le había pasado la "rabia", y me pidió disculpas.
No recuerdo éste viaje.

LIMA Y VUELTA

Congeniamos de inmediato. Era una gran mujer. Tenía dos hijos varones. No tenía pareja.
Me llevó en su coche a todas partes, con los niños, por supuesto, me hizo regalos y paré en su casa
.



Esto es parte de Lima

Con Teresa no sé qué pasó, pero sé que no quería venir a dónde me invitaban a mí, se quedaba en la casa y eso la enfadaba.
Una vez yo estaba en su casa

Esto también

planchando y se empezó a poner un poco alterada -por cualquier cosa se alteraba- y yo comencé a orar. Por supuesto estaba "enviando energías" y ella lo percibió y me amenazó -"Tú sigue, tú sigue y ya verás quién soy yo; vas a conocer quién soy yo!- me grito.

Lo que fuere, estando en casa de mi prima un día llama por teléfono: Què estaba haciendo yo en la casa de su sobrina, que no tenía nada que hacer ahi, que esa no era mi familia, que me fuera a buscar a la familia de mi padre. Yo (ja, ja, ja) diciéndole que se la estaba buscando, qué era lo que le pasaba y qué era lo que quería. Por fin me suelta que me había denunciado a la policía. -¡¿Y por qué me vas a denunciar tú a la policía?!, de qué me vas a denunciar?! Mi prima tomó el teléfono y le preguntó lo mismo. Le dijo que yo podía estar en el país tres meses como turista. Que qué le pasaba conmigo, por qué no me dejaba ir a dónde quisiera, si yo estaba de paseo y conociendo a su familia, porque sí era mi familia...

También conocí a la mamá de ella, mi tía. Buena mujer, muy pobre, pero bien.
Fue en definitiva un viaje provechoso a no ser por... Teresa...

Mi prima con los chicos me llevaron hasta la estación y la verdad es que la habíamos pasado rebien.
Sólo me había llamado la atención el hecho de que mi prima me dijera que cuando ella viniera a Bs.As. esperaba que yo la recibiera en "mi casa". Me la quedé mirando y al final le dije -"Pero, ¿tú sabes dónde yo vivo...?"; apenas quepo yo. Pero bueno, quizás cuando tú vengas..., cómo no..."

También había tenido que aclarar que "yo no tenía "negocio". Y mirándola a Teresa le había aclarado que yo le había dicho que "vendía lapiceras", no que tenía "un negocio". -"Apenas saco para vivir"- había tenido que aclararle. Como siempre, salió por la tangente...

Cuando regresé al Pagola, me dí cuenta que habían entrado en mi habitación. Fui y se lo comuniqué a la ya Mayora Ferreira. Ni caso, como si le estuviera diciendo que en invierno hace frío. En realidad nunca servía de nada hablar con la Mayora, mujer de carácter nervioso y boca casi siempre hermética, mirada casi siempre reprobadora y actitud siempre "contenida".

1996 fue el comienzo de mi naufragio, como le dije a C. después.

En el Pagola comenzaron a perseguirme: me llamaban la atención por todo, me acusaban a mí de cosas que hacían las demás, me "toreaba" una...que bueno... (favorita de la Mayora), murmuraban constantemente de mí, -como que yo robaba- (y a la que robaban era a mí),no me dejaban dormir, entraban a mi abitación una vez sí y otra también.

Comencé a cambiar cerraduras. Era lo mismo.

Los problemas se fueron agravando de a poco. La estufa de la habitación comenzó a echar humo que dejó todo el techo negro. No había forma de que me la nivelaran. Cuando decían que lo habían hecho, me la encontraba peor. La Mayora Ferreira no se hacía "cargo" de nada.

Creo que fue ese mismo año que su hermano que trabajaba en el comedor que habían abierto en la planta baja al publico ¡con la puerta de calle abierta todo el tiempo! -a N2 un día le entraron en el baño mientras se estaba bañando y se le asomaron por encima de la mampara- murió.
Un hombre fuerte, joven, si mal no recuerdo tenía cuatro hijos, y que no sé por qué pensé que su muerte no había sido algo casual. Que habia comido algo que le había caído mal, decían. ¿Sabía algo y lo quiso denunciar?

Porque todo este asunto tiene el síndrome del "cornudo", todo el mundo lo sabe, menos el cornudo, y yo me lo había encontrado más de una vez tomando un café cerca de alli, y se me había quedado mirando como queriendo advertirme de algo.

En el trabajo me robaban la clientela. Llegué a recorrerme literalmente todo Buenos Aires y la provincia, buscando donde no se metieran en mi trabajo. Por supuesto, ningún efecto.

Aún así, un día que vendí muy bien (ya había entrado de lleno en "una de cal y una de arena" (una vez pasaban "ensuciandome" y la otra pasaban "limpiándome", que era cuando vendía muy bien) me compré el deseado teclado para mis prácticas de piano.

Pero las dificultades se fueron convirtiendo en, no sólo una rutina, sino en aumento.
Yo me refugiaba en mi música, mis estudios, mi inglés. La iglesia? No. Ahí también ya habían muchos problemas.

Un compañero de los cursos mucho menor que yo, de la edad de N2, comenzó a practicar el amiguismo conmigo. Lo llevamos así un tiempo hasta que yo ya empecé a "sentirlo" de otra manera y no había modo de cambiar eso orando, así que me fuí unos días a trabajar a Córdoba. Necesitaba alejarme de el. No era normal.

En Córdoba me hospedé en un hotel que tuve un "raro" suceso. Una mañana bajo al comedor y pillo infraganti a dos mujeres del hotel en el momento que están diciendo, textualmente -"qué hija de puta!!!"-. Cuando me vieron, pasaban del púrpura al blanco más puro. Yo, anonadada.


Cordoba
Más anonanada me quedé cuando una noche me llaman por teléfono y ¡era éste chico!. -"¿Cómo sabés dónde estoy. Quién te dió el número del hotel?"-le dije enfadada verdaderamente. Se lo tomó a broma. Misterio.

Estuve no recuerdo si una semana o diez días. Cuando volví ya comencé a tratarlo diferente. Entonces fue a querer seducir a N2. La agarré a N2 y la puse morada, que ni se le ocurriera... (N2 me lo agradecería un tiempo después por haberla salvado). Por fin un día le dije que si venía por lo que oía por ahí, que no volviera más ni me llamara más. Y así fue. No volví a atenderlo de ninguna manera.

N2 se había vuelto "tonta". Vivía provocándome; hacía todo y de manera que me molestara. En una ocasión estuvo golpeando ¡fuerte! la puerta de mi cuarto durante una hora porque yo no quería abrirle. En la casa, nadie le llamó la atención.

Llegaríamos en éste estado a 1997.



¿Por qué no me iba? ¿A dónde? No me olvidaba de lo vivido en España, y repetido a mi regreso a Bs.As. No, no tenía ganas de volver a lo anterior tampoco. Esperaría, que dios se encargaría de hacerme justicia y poner cada cosa en su lugar. ja, ja,ja.

En 1997 las cosas -en todo- pasaron a mayores. Ya no podía ni ir al baño sin que entraran al cuarto. Tenía que ir con el bolso y aún así me robaban (incluso hasta cubiertos de cocina o tazas) cualquier cosa como para que "supiera".

Fue a peor.
Después de estar tiempo y tiempo lavando todo con un producto, con otro, tuve que tirar ropa, la ropa de cama: alcolchado, sábanas, todo (volver a comprar y tener que volver a tirar).

Empecé con la comida: nada tenía el sabor ni la consistencia que tenía que tener: arroz, yerba, azúcar... Tenía que lavar la tetera a fondo cada vez que quería usarla. No dejaban nada sin "tocar". Practicamente todo se había vuelto inutilizable.

Todo estaba mal, incluso mi vida personal, íntima. Tenía deseos sexuales que no eran del todo naturales e incluso, hiciera lo que hiciera, no me saciaba...

En una ocasión me pasé cuatro noches y sus cuatro días sin dormir y yendo a trabajar cada uno de ellos. No definitivamente había algo que no era normal. Recién entonces pensé en elementos externos con los que pudieran también estar atacándome. Empecé a cuidarme más en lo que comía.

Ya ni me cocinaba.

Me sentí (estaba) enferma, así que me fui a hacer un examen -prueba cardíaca de esfuerzo-. Nunca supe el resultado real porque me habían cambiado a la Dra. por un médico que me maltrató y me dijo -"Usted no tiene naaada"- Por la doctora me había enterado que tengo el corazón más grande de lo normal y se lo había adjudicado a la anemia crónica que pillé con el tiempo.

También hice -mas bien, procuré- consultas por una "alergia": me picaba todo el cuerpo... (por lo que no consulté por por las tremendas hemorroides que de pronto me habían salido. En el lado posterior de la puerta de la habitación había puesto un espejo: allí me las miré un día...), (¡lo que me significaba salir a trabajar cada día con 40 grados de calor y en ese estado!); llegó a picar hasta el aire de la habitación, era irrespirable. Ya no sabía con qué limpiar. El suelo de la habitación quedó con la madera blanca de tanto fregarla. Supe que a N2 le pasaba lo mismo: estaba lavando toda su ropa y su cuarto con vinagre...


En todo ésto no sólo había elementos "espirituales" -ENERGÉTICOS, SE HOY- sino otras cosas, pero ¿qué?

Llegó el terror. No podía salir de la habitación. En la casa habían días en que no se escuchaba absolutamente nada, como si estuviera yo sola en mi cuarto, y otras que no se podía ni estar de las molestias que causaban exprofeso, y otras cosas.

Terminé durmiendo acurrucada en un ángulo de la pared, sobre el colchón, sentada y cubierta solo con el desabillé. Otras veces dormía en el suelo sobre cartones, orinando y más en un cubo en la misma habitación.
Ya como en el trabajo no me iba mejor, no tenía dinero para irme; ahora, ya no.

Había una mujer muy mayor en la habitación del 2º piso justo encima de la mía. Ella contribuía arrastrando los muebles toda la noche. Una vez dejé de oírla y le pregunté a la chica que siempre venía por este tiempo a hablar conmigo y que compartió esos terribles momentos conmigo. Me dijo que la había llevado a la clínica a internar, porque se había desmayado en su cuarto y les había costado sacarla porque se había encerrado y trabado la puerta porque "tenía la idea" de que le entraban en su cuarto.
Para ésto N2 ya no vivía en el Pagola. Se había ido
.

Con N2 las cosas se habían ido deteriorando también por las constantes provocaciones, burlas y otras cosas y un día me fui furiosa a su habitación y le dije de todo. La insulté como me vino y por un largísimo tiempo. (Luego también evaluaría que ese comportamiento no tenía que ver con nada...) Ella, sin decir nada sólo hacía caras para que me callara, en lo que creí entender que me estaban grabando. Poco me importó.

En otra ocasión una señora que venía a la casa me preguntó si yo sabía lo que estaban haciendo conmigo. ¡Me hacían tantas cosas! Así que le dije que qué quería que hiciera (-nunca des nada por sentado, más bien, tú nunca sabes nada, porque quizás es verdad, no sabes nada, siempre pregunta y deja que hablen-), y ella fue a hablar, con cara de "pero ésto es peligroso", pero se callo.

También me habían dicho de que me estaba siguiendo la policía, y yo contesté "y qué, no tengo nada que ocultar. Mejor, me están cuidando"- (MUY MAL HECHO!!! E IGNORANTE DE MI PARTE). Pero, pregunto hoy, hay manera de evitar algo así? Si la hay, yo no la conozco.

Aquel chico, D, finalmente se había casado. Me enteré porque me llamó por teléfono y cuando le pregunté por qué me llamaba, me dijo que se había casado y que quería presentarme a su esposa. Me hice más amiga de ella que de él. Me invitaban a donde vivían, a comer y a pasar la tarde; un hotel en donde ella era la encargada.

Cuando por fin decidí irme del Pagola, las autoridades había cambiado y habían hecho un enorme recambio de los que vivíamos ahí.

Y también habían vaciado la casa, las habitaciones. Ahí me enteré de que ésto pasaba cada cuatro años, cuando hacían cambio de las autoridades de la casa, y que lo hacían una camarilla que se había formado en la casa (residentes más antíguas) que se dedicaba a desvalijar las habitaciones.

En una oportunidad fui a salir y me veo un coche con cuatro individuos aparcados en doble fila media calle antes de llegar a la casa, miraban; uno se bajó y con una enorme cámara comenzó a hacer fotografías y a jaranearse con los otros. Bien vestidos, con abrigos llamados "sobretodos".

Volví a entrar y fui a hablar con la nueva encargada y a recriminarle si me estaban persiguiendo, haciéndome perseguir.
Ella estaba en cama porque en un asalto al autobús (colectivo) en el que ella viajaba, le habían disparado en una pierna. Yo le mencioné entonces que yo había estado orando por todas las injusticias y el daño que me etaban haciendo...

Ella me dijo que como a mi me gustaba tanto escribir, que escribiera, que escribiera lo que pasaba allí, lo que era esto. Entonces me dí también cuenta que me revisaban hasta los papeles y una especie de diario personal que yo llevaba. ¡¿Pero qué era ésto?!!!

Así que hablé con CyD y ellos me ayudaron en la mudanza hacia "su" hotel.