lunes, 22 de marzo de 2010

PARECE MENTIRA PERO NO LO ES

Ahora, en el trabajo de Ríos Rosas me habían hecho contrato de trabajo y lo habíamos presentado a Gobierno Civil. Pero ya habían comenzado los problemas "raros", sin motivos reales (o aparentes). El vecino del piso de arriba, inquilino de la señora y amigo, de un día para el otro se me había dado vuelta, y ahora cada vez que venía a ver a la señora -todos los días- le llenaba la cabeza a la señora en mi contra. Nunca se había portado groseramente, pero un día vino cuando yo estaba poniendo la cera en el suelo y pasó como si nada, cosa que se lo reproché. Que yo me dedicara a lo mío, y me llamó "impresentable". Yo no tenía ni idea lo que quería decir, pero supuse que nada bueno sería.

Yo era irreprochable. Llevaba las cuentas con todas sus facturas, sus tickets, alimentaba a la señora balanceadamente -sé de eso-, le hacía sus curas y tenía esa casa grande y vieja hecha un lujo de limpieza. Eramos la señora y yo, nadie más. Todos estaban encantados.
Pero entre el vecino de arriba y la mujer que venía a "hacer horas" (a robar, porque ni falta que hacía que viniera, pero como también era "amiga" de la señora, venía igual, y no sólo cobraba, sino que siempre le sacaba de más: cuando no era el hijo ingresado, era la hija enyesada), me hacían la guerra usándola a mi anciana.

Cuando lo hablé con quien me había contratado, el apoderado, y heredero, él sentado en uno de los sillones de la galería, mirándome, y yo parada mirando para el jardín, me contestó a mi queja diciéndome: -"Dentro de cinco años, me vas a seguir diciendo lo mismo?"- Yo me sorprendí y lo miré; y pensé para mí "vaya a saber dónde voy a estar yo dentro de cinco años"...
Estaría un poco en la calle (sin techo) y un poco encerrada en un psiquiátrico.

Un día estaba regando las bellísimas plantas y árboles del jardín. Era una tarde bellísima y el olor a riego era exquisito. Era felíz. Aspiré hondo y me embriagué de ese momento, y, de pronto, la jodí. Me pregunté ¿cuánto me va a durar ésto? Y mi interior me contestó: octubre.

Y llegó octubre. O antes. Setiembre. Se juntó todo. Entre el vecino y la de horas (que no habían ni mucho menos aflojado en su guerra contra mí) y yo que ya necesitaba tener al menos un día completo para mí, sin tener que escuchar a la señora -tenía alzeimer, 87 años, y nunca dormía tampoco una noche sin levantarse -con ayuda- tres o cuatro veces,- las cosas se volvieron prácticamente insostenibles.
Encima me habían rechazado los papeles en Gobierno Civil y me exigían la vuelta a Bs.As. a buscar el visado. ¡Ni hablar! ¡Yo a Bs.AS. no viajo!.

Para más, le había dicho al apoderado que si no me daba un día entero, me iba... Qué atrevimiento! -"Bueno, vete". había sido la respuesta. Que por nada me daría un día completo como yo quería.
Realmente ganaba muy bien, 150.000 pesetas y las propinas cada vez que le liquidaba las cuentas.
Luego me arrepentí; y se hizo casi una junta familiar, para ver de mediar, porque yo no me quería ir, sólo quería un día entero. Y el apoderado decía "NO". Ahora que lo pienso, tendrían miedo de que los denunciara? En ese momento ni se me cruzó por la cabeza.
Yo quería que entendiera que necesitaba un día para levantarme a la hora que me diera la gana, ¡no oir a la abuela todo un día con su noche!, no tener que estar pendiente de que si a las 9 de mi día de salida tenía que estar para darle la cena y acostarla! Y el apoderado no, que no, que no. La familia que ¿por qué no? y el que ahora el que quiere que se vaya soy yo. Que se vaya -decía enfadado. Y el otro: -"Pero, por qué?, si ella tiene razón, y no quiere irse. Lo que quiere es un día tranquila".- Y el, que no. -"Que no puede ser, que tiene que ser como hasta ahora".- -"Y ni tampoco. Yo no quiero gente que no esté con los papeles en orden y ella no quiere viajar, y se los rechazaron. Y ahora no quiero que se quede".- Y no hubo manera.

No sé qué le habrían dícho, pero cuando estábamos preparando el cambio (una chica que me reeplazaba y yo tenía que enseñarle) me dijo que ahora iba a poder estar libre y hacer lo que quisiera. Y yo pensaba: -"Si supieras lo que me espera...".-

Yo ya había descubierto que tenía otra vez lo de Bs.As. encima. Cuando me dí cuenta, lloré, por favor, lo que llóré. Le suplicaba a "dios" que no fuera posible, que no fuera cierto. Pero sí. Lo era.
Por qué, qué querían.

Aparecían libros en la biblioteca que antes no estaban: la biblia, libros sobre cuentos con curas, uno de Escribá de Balaguer, y no sabía quién los traía tampoco. El apoderado, yo sabía que no era. Pero quién, para qué, por qué...
Y ahora, otra vez a dar vueltas de aquí para allá.

Era el mes de octubre.

BARCELONA TERCERA VEZ

El 19 de marzo de 1999 comenzaba a trabajar en una de las mejores y más tradicionales familias de Barcelona. La calle, Ríos Rosas. Teresa, con todas las relaciones que decía tener (y que tenía) y siendo, cono decía ella, amiga del conde de Godó, jamás había movido un dedo para que uno consiguiera un trabajo mas o menos digno, (ni indigno). Nada. Eso sí, para hablar mal de nosotras no le faltaba tiempo. A los primeros días de haber conseguido su vivienda, fuimos a ver a un matrimonio, muebleros, cerca de la casa. La señora nos invitó un día a comer y fuimos a la esquina de donde ya vivíamos. Se armó un escándalo descomunal porque le dijo, adelante mío, que mi hermana estaba ejerciendo la prostitución por el Paralelo. (Qué mañía de hacernos putas a toda costa que tenía! Cuando arremetía contra mi padre y la educación que nos había dado, siempre y siempre era la misma respuesta de mi parte: -"Al menos no hemos sido putas, ni alcohólicas, ni drogadictas. No lo hizo tan mal). Le monté un escándalo que hasta los dueños tuvieron casi que intervenir. -"Y tú lo dices? ¿Por qué tienes que estar siempre calumniándonos?, ¿tú la viste?"- le gritaba. -"Es que a mí me contaron..."-, se justificaba. -"Ahhh, claaaro, y tú tienes que ir desparramándolo por donde quieras que vas...!!! Y tú? Qué tienes que decir tú, que te quedaste con un millón de pesetas de tu lugar de trabajo; que hasta falsificaste tus documentos para jubilarte un año antes. ¿Por qué no hablas de eso, por qué no hablas de tus propias cosas en ves de siempre estar hablando de los demás? Y si no fuera cierto? Mi hermana está casada y jámás en la vida se dedicó a la prostitución. Nos degradas y nos ensucias como te da la gana".- Lo increíble es que los terceros siempre le daban la razón a ella. ¡Es que maneja las energías como nadie! Nunca te miraba a tí cuando discutíamos, siempre se quedaba mirando fijo al que escuchaba. ¡Y cómo usa las manos! Es una crupier del manejo energético, direccionando las energías como le da la gana. Hay que admitir que no en vano estudió tantos años lo mejor del ocultismo. Encima la enseñanza y doctrina del clero, está completa.

Pero, este trabajo lo conocí por una amiga -ex amiga, según decían las dos- porque ella, María José, era la que estaba trabajando en esa casa y lo iba a dejar porque buscaban una que estuviera de día y de noche, y ella no quería.

Mientras ella hablaba por teléfono, delante mío, de ésto, yo, que estaba planchando delante de ella en su casa, no paraba de fastidiarla que yo iba, que yo iba, que yo iba. Y yo fui.

Con María José también terminamos muy mal. Yo le había limpiado muchas veces la casa y ella me dejaba algún dinero. Me llevaba a sus trabajos con ella para que la ayudara y me dejaba dinero. Me llevaba cuando ella iba, al bingo. Yo, que no juego, jugaba con su dinero -me insistía-. Me invitaba a cenar en el bingo y a comer a veces antes o despuès de trabajar. Yo también la acompañaba a hacerse los tratamientos a la mutua de salud. Siempre íbamos en su coche.

Cuando empecé a trabajar en Rios Rosas, sí teníamos problemas, por cuestiones más éticas, que otra cosa. No me gustaba a mí lo que ella hacía con ciertas cosas y se lo reprochaba. Pero no nos peleamos por eso. Ni siquiera nos peleamos por que yo un día fui a lo de Teresa (sobre todo hasta que le pagara lo de la chica) y puso el contestador cuando volvimos de comer y la escucho a María José preguntándole si yo había ido para allí porque en el trabajo no estaba (era mi día libre) y no sabía dónde podía estar. A ver si ella sabía o averiguaba. ¡Me estaban controlando!. ¡Y la cara de Teresa! ¡Qué gozo, qué satisfacción! Se hizo la burra olímpica, como que la cosa no iba con ella, como que no pasaba nada extraordinario, pero sabía que yo me había quedado helada. Pero como, ¿no era que no se hablaban, no era que una hablaba de la otra a ver quien peor?

María José me había regalado un montón de cosas: camisas, blusas, un radio despertador telefónico... Y Teresa, cuando me vio con la camisa puesta me miró desde su poltrona-trono (su cama) y me dijo, frunciendo el morro: -"Eso no se lo da ni a su hija".- O sea, que la camisa era una porquería. Pero a mí me gustaba.

No, ni siquiera por eso nos peleamos con María José. Ni cuando dejó de trabajar en Ríos Rosas, que fue por una discusión que tuvimos y decidió irse ella -o me iba yo-. En ese momento quise devolverle las cosas que me había dado, y no, no me las aceptó. Le dije que sabía que iba a venir luego a reclamármelas así que mejor se las llevaba ahora. Que no. Tampoco ya me callaba más sobre lo que era Teresa para mí. Ya le había dicho yo a ella que Teresa iba a ser motivo para que ella y yo termináramos peleándonos. En la casa también hablamos del tema.

En realidad, no sé por qué nos peleamos con MJ. Me llamó un día para decirme de todo. Que la había estafado, que le dejaba la casa (su casa, cuando yo había ido antes, y que siempre me había elogiado por como se la dejaba) un asco; con toda la tierra que el perro sacaba de las macetas desparramada por el salón y que encima había tenido la cara de cobrarle. Que preparara todas sus cosas, las que me había dado que venía a buscarlas. Y vino. Se las entregué en la puerta. Subiendo al coche ¡con una ira!, me dice:-"Te la jugaste conmigo, prepárate porque conmigo te la jugaste!"- Desde la puerta le contesté -"Cuando tengas tiempo y ganas vienes y me dices qué fue lo que yo te hice, si te parece."-. -"Que no tienes verguenza!"- me contesta. -"La que no tienes verguenza eres tú que teniendo casa propia, le cobras alquiler a tu hermana para tenerla, sabiendo que no tiene trabajo."- le contesté yo. Me molestó mucho pelearme con MJ. Después de todo se había portado conmigo muy bien, y yo estaba ahí gracias a ella. Pero Teresa, la "métome en todo", como se autodenomina ella, tal como yo se lo había advertido, echó a perder la relación. Así lo creí entonces.

Efectivamente, en junio dejé de ver a Teresa. Ya había terminado de pagar el viaje. Y empezaron los problemas en mi trabajo. Yo nunca había dado la dirección a Teresa ni el teléfono de esa familia. Tampoco le había dicho dónde trabajaba. Sólo que en una casa. Pero ella lo tenía. Un día me llamó. Le dije que allí no me llamara. MJ había dicho que ella tampoco le había dado nada, peeero...

Yo sé lo que dice Teresa de esa época. Que me compró un traje de cien dólares...
Lo que no dice es las que me hizo pasar en esos tres meses que pasaron hasta que alquiló la casa y llegaron "sus" muebles (venían por barco).
Ella había decidido que yo ya no estuviera en la casa cuando llegaran sus muebles.
Lo que no dice es que estuve tres meses con la misma ropa puesta, la que había traído de Lima (mi ropa venía en el barco). No dice que para ésto ella -que tiene un ropero de pared a pared lleno de ropa a reventar- se fue a una boutique y se compró dos faldas, dos blusas, dos sweaters y fulares. No dice que el traje que me compró hubo que esperarlo como un ´mes por las reformas que necesitaba, y nunca quedó bien y que lo hizo porque le daba verguenza ir por ahí conmigo con esa falda gris y el sweater negro que yo llevaba. ¿Por qué no me dió para ir al mercadillo, más barato, a mi gusto y más por el mismo precio de cien dólares, como ella dice?. Ah!, no!, porque ella no compra en mercadillos.
No dice que le limpié todo el piso recién alquilado, con ventanales y marcos incluídos y que no sólo no me soltó un real, sino que había que rogarle para que te diera quinientas pesetas para los cigarrillos. Porque, nunca entendí la lógica, prefería pagar a una de afuera aque le viniera a limpiar "porque tú eres mi hija" ¿?. Limpia porque te corresponde porque vives aquí, pero de pagarte, nada. Si no, págame un alquiler. No hay lógicas que no estiendo.
No dice que compró un juego completo de dormitorio engañando a la gente (como en Lima) que era para mí, en tanto a mí me decía -"Porque tú te irás. Este es para alquilar la habitación".-
Lo que no contó es que un día vengo con 3000 pesetas de una horas que había trabajado -mi primer trabajo, en realidad, y que me duró un día, (el segundo día, cuando fuí, ya no me necesitaban) - limpiando unos ventanales en un apartamento cerca de allí y me las pide porque no tiene dinero. Le dejo 2500. Salgo y cuando vengo a la noche la encuentro como siempre en la poltrona-trono, y a los pies un fular con el precio a la vista y todo y que contoda saña me dice -porque yo ni cuenta me había dado- -"¿Te gusta lo que me compré?"- Lo miré y le dije que sí. Y ví el precio: 2500 pesetas. En eso se había gastado mis casi cuatro horas de trabajo.

Recién ahora pienso si no hacía todo para que me fuera.

Pero fue ese el año en que decidí no callarme más sobre cómo era y había sido esta mujer conmigo y con nosotros. Había decidido dejar de justificarla, como había hecho hasta ahora. Frente a los demás y en mi corazón.

Como dije, en mi trabajo hablé de ella y de los problemas que me ocasionaba. Que lo que había pasado con MJ era `por ella. MJ cumplió. Llamó a la casa para hablar pestes de mí. Pero los de la casa estaban advertidos de que ésto podía llegar a pasar. En realidad fue un anónimo. Supusimos que sería ella. ¿O había sido Teresa, pienso ahora?
Y aún a ella misma le dije en una fortísima discusión que tuvimos -hoy no recuerdo `por qué yo estaba ahí, en su casa- que ella sí, había sido la causante de la muerte de Teresita, que había venido a nosotros nada más que para quedarse con nuetra herencia, que ella era la culpable de lo que le kpasara a mi hermano, que se lo había mandado a "liquidar" (porque ella decía que ella nunca había ido a buscarnos, expepto la primera vez).

Sí, me había regalado sortijas, una en Lima, que tuve que vender para tener enfectivo, y otra aquí, que le devolví. Hoy me pregunto cuánto me habrán costado en realidad

NO TODO ES LO QUE PARECE

Venía de librar una guerra totalmtente desigual y no sabía por qué. ¿Dónde estaba el problema, por qué me perseguía el Ejército de Salvación, por qué me había ignorado el pastor Giménez, por qué me esquivaba el pastor Freidson, por qué los abogados del Colegio de Abogados de Buenos Aires no querían llevar un caso? Cuanto mucho, lo que me decían, era: "no va a prosperar". Había ido al pastor Giménez contándole lo del juez y le había pedido que necesitaba un abogado, y me dijo, ¿acaso te han hecho algo?, y, ´"sí, a las tres de la tarde aquí hay un abogado". ¿Tú lo viste? Yo tampoco.

Donde compraba la mercadería para vender también me habían dicho a baja voz que se me acusaba de robar. Pero, si había tenido a la policía detrás de mí, sabían que no era cierto. Y, qué tenía que ver eso con el acoso "machista" en el hotel de CyD. Por qué era maltratada a veces en los sitios a los que entraba para trabajar. Por qué me estaban, no solo persiguiendo sino difamando? ¿Qué se estaba ganando con ello y con qué se pagaba? Sí, por qué se invertía tanto en perseguir a una persona de vida vulgar y simple como la mía?.

Incluso había ido a hablar con curas, católicos. Tampoco había obtenido respuesta de ninguna clase. Que ellos no podían ayudarme. En nada. Y siempre esas conductas, no de quien se encuentra con alguien por primera vez, completamente desconcocido, sino que todos parecían seguir instrucciones. Por qué, por qué, por qué... Porque había denunciado al E.S. y sus actividades adentro de esa casa? No. Venía de antes. Pero por qué?!

En una de las iglesias católicas a las que fui por ayuda, había podido hablar con un Seminarista. ¡Qué excelente persona! Hablamos mucho. Yo quería rebuscar en mí a ver cual era mi tan grande pecado para vivir lo que estaba viviendo. Este aspirante a cura tenía superiores y a ellos fue a buscar para ver de ayudarme. Por la cara con la que volvió daba a entender que lo habían sacado a patadas. Que lo lamentaba, (y sí que había sido sincero, lo lamentaba) pero que le habían dicho que no; y el consejo de parte de él: -"A veces los propios hermanos en el Señor, pueden hacernos cosas muy malas. Sí, pueden ser ellos. Pero confía en El, no nos abandona. Sé muy fuerte, y ten paciencia."- Me impuso apenas su dedo en el centro de mi frente, oró algo y me embriagó de una de las más hermosas energías de luz y paz que he experimentado. (¡Qué lindo que es el mundo de lo energético de la luz y del amor!!!) Ese hombre realmente sentía lo que hacía. Y que ya no podía volver a recibirme. No tenía ninguna autoridad, solo era un seminarista.

El que más me había acompañado en aquellos momentos había sido uno de los ministros no nombrados de la iglesia de Freidson. Pero a el también lo habían alejado cuando las cosas se pusieron cada vez más feas. Luego, tambíén allí había tenido que soportar el peloteo y el acoso, ya abiertamente. Y siempre esa pregunta en el aire: Por qué.

Había fracasado absolutamente en todo. Y no, no sabía por qué. ¡Ay, los que pactan los silencios!!! ¡Ay las complicidades!!!, ¡Ay el prestar atención a una sola campana y a los disfrazados de corderos!!!

Y ahora qué? Alli, bajo el dominio total de Teresa. Obviamente no podía hablar ni ir a ver a ninguno de los que había conocido. Ya había empezado a fumar otra vez, así que aunque todo estaba suplido, esa parte constituia una dificultad.
Poco recuerdo de esos días. Sí que hubo gentes merodeando por los terrados, huyendo cuando nos dimos cuenta. Nos asustamos. Dejaba ropa al sol y aparecía manchada con lo que parecía sangre mezclada con algo...

Hicimos compras por la Plaza de Armas, para Navidad. Esta vez se me quedó grabada muy especialmente por lo bonito que fue ese paseo lleno de comercios, uno al lado del otro, lleno de bombillas de colores por las fiestas. El paseo ya era una fiesta y un mar de gente. Siempre era bonito pasear con Teresa. Tiene la virtud de hacértela pasar muy bien cuando va de compras o sale. Es alegre y divertida y tiene un importante grado de ingeniosidad y originalidad. Y para nada es egoísta entonces. Todo te lo quiere comprar. Pero esa noche, ella caminando adelante (con no recuerdo quien) y yo detrás con alquien más, se dió vuelta y me dijo con una fuerte emoción, con un gran sentimiento, se le vió que le salía del corazón: -¡"Tú te vienes conmigo a España; tú te vienes conmigo!"- Què fue lo que le pasó, nunca lo supe ni lo sabré.Era mi tercera Navidad en Lima. No recuerdo donde la pasamos.

Una chica que trabajaba para Teresa nos acompañaba siempre.
Fue ese año que se deshizo de todos sus libros (o de la mayoría) de ocultismo, de fotografías de su época de cantante, de artista. La vierdad que quién hizo la selección y tiró las cosas fue esa chica, su empleada. Yo con ella también me llevaba bien. Ya te he dicho que en realidad tengo empatía con la mayoría de la gente. Lástima la gestapo-inquisidora.

Teresa le pidió dinero a todos los que conocía por que "me llevo a mi hija Yani conmigo y no llego con lo que yo tengo. Cien dólares por aquí, cien dólares por allá...

En una conversación entre su empleada y ella, de salón a domitorio, las escucho que dicen: -"Sí, señora, pero por más que usted me preste el dinero para viajar..."- y se mordió los labios. Teresa la miró y se puso como se ponía cada vez que la pillaban dando un paso en falso. Yo, no dije ni esta boca es mía.

Más adelante sí me enteré de que la que se iba a España con ella era la empleada. Yo, no.

Francamente, salvo cuando salíamos por compras o íbamos a comer por ahí, el aire entre nosotras se podía cortar con un cuchillo.

Empecé a preguntarme qué era lo que yo iba a hacer. No podía quedarme en Lima. Yo no había ido a ver a nadie, ni había saludado a nadie desde mi llegada, para no molestar a Teresa, como ya dije antes. Pero dificilmente lo entenderían luego. O sí. No lo sabía. Además, si no habían querido ayudarme el año anterior, por temor, qué les iba a hacer cambiar de opinión ahora.
La mujer de mi tío pobre había muerto. Y mi tío, para mi sorpresa, aunque había mediado también entre mi madre y yo el año anterior, antes de que me sacara con maletas y todo, otra vez, defendiéndome, probablemente tampoco estaría muy dispuesto a recibirme en su casa.
Mi otro tío, el que vivía en el extranjero, menos. Entretenido con sus viajes, sus negocios, y ya me lo había dicho el año anterior. Además, literalmente, no tenía ni un peso, o un sol, o un real. Da igual.
Mi prima, con sus preparativos para marcharse del país a Estados Unidos, estaba conmigo muy cambiada.
No, no sabía lo qué iba a hacer. Aún así no le dije nada a mi madre.

Por fin fuimos a la agencia de viajes por el tema de la empleada. Ya Teresa me había dicho que ella no podía llevarme. No tenía dinero. Y nada más.
En la agencia le dijeron -o fue ella la que se los dijo a ellos, no recuerdo- que había problemas porque no le habían concedido el visado. La agencia le devolvía solo el 20% del billete y tampoco lo podía cambiar por otra fecha.
Yo, entonces, le presenté mi "oferta": Por qué no me pasaba el billete a mi nombre y yo luego desde Epaña se lo devolvería, o por giro o por Teresa. Que probablemente tendría que esperar unos meses, pero al menos lo recuperaría todo. Y aceptó.

Ya en 1996 Teresa me había presentado a una amiga de ella, mayor, que era vasca, casada (viuda) con un peruano. Esta señora vivía en una casa muy grande, con jardín por delante y patio-jardín por detrás, con toda su familia: hijos, nietos y demás. En el '96 me había querido dar 600 dólares para que fuera a visitar el Machu Pichu.Yo no le acepté, por parecerme un abuso. Pero me molestó la mirada que le hechó Teresa cuando la escuchó, como diciendo: ¡No! ¡No se te ocurra!
Bien, ésta señora nos hizo una fiesta de despedida. Yo le tenía un enorme afecto. Era una mujer digna, y digna de depositar la confianza en ella. Con ella se podía. Así que yo intimé con ella hablando muchas cosas, en especial sobre la mala relación con Teres y los porqués.

En la comida, (éramos un montón), a alguien se le ocurrió lo de la foto. ¿O fue Teresa? Creo que sí, que la cámara era suya. Yo me ofrecí a sacarla. Luego alguien dijo que yo me sentara y ella la sacaba. Me negué. _"No, no me gusta salir en las fotos"- le dije. Entonces Teresita, como no, dijo en tono de reproche y con desprecio: -"Ah no, porque tiene miedo que le hagan brujerías..."-. Yo entonces me enfadé y sólo atiné a decir -"No, peor que eso"- A Teresita, hasta hoy no sé por qué, se le crispó la cara y se puso tan blanca como el vestido que llevaba puesto. Me sorprendió y me pregunté entonces qué es lo que hace o sabe ésta mujer..., porque lo que yo realente pensaba era que junto con las calumnias y difamaciones en las falsas deununcias, adjuntaba fotografías. Yo por esas fechas, no creía tanto en las "brujerías", aunque supiera que las hacia.

La casa, de alquiler, la entregó antes de la fecha del viaje, así que buscó dónde quedarnos, pero decidió que en sitios separados. Así que me dijo algo que verdaderamente me indignó: que fuera a ver a mi prima y que tenía que "enamorarla" porque iba a tener que quedarme en su casa hasta la partida. -"Yo no enamoro a nadie"- le contesté, mientras pensé "eso es lo que haces tú".
Al final fue ella quien terminó encontrando los dos sitios. "Su" lugar era un hermono departamento de una amiga (que ni recuerdo) y una muy bonita habitación -de la que se dedicó a criticar hasta el más mínimo detalle-. Podíamos haber estado tranquilamente las dos. Pero no quería.
A mí me había tocado lejos, en un apartramento más grande pero no tan bonito. ¡Què mal me sentí entonces cuando recalé en esa habitación! La palabra que lo define es "pateada". No recuerdo cuántos días fueron. Dando vueltas por Lima, a pié, porque no tenía dinero; paseándome por los parques. Pero alquien organizó otra comida y fui invitada. Se hizo donde ella estaba, al aire libre en el balcón. Fue cuando conocí dónde estaba ella.
Conocí a unas cuantas personas, todas mujeres, si mal no recuerdo. Pero una me llamó la atención especialmente. Era otra prima mía, odontóloga, y me asombró porque era idéntica a mi hermana. Su misma cara. (Qué notable, mi papá decía que mi hermana iba a ser odontóloga).

Con mi prima, la buena samaritana, tuvimos un reencuentro. Estábamos con Teresa y una nenita, vecina, con la
que yo me estaba entreteniendo. Ella había ido a ver a su tía. Cuando levanto la vista veo a mi prima mirándome como si dejera: -"Mírala tú, y yo que la creía tan buena persona..."- mientras mi madre la miraba a ella y amí como diciendo: -"Viste, que no soy yo, sino ella?"- ¡Qué miserable que te sientes! ¡Qué porquería! Termina minándote la autoestima, la confianza y hasta las fuerzas. No tienes alternativa, no puedes preguntr, ni hablar, ni inquirir,ni chillar, gritar:¡Pero qué demonios les pasa!!! Vulnerabilidad.

Siempre fui una desentendida con el dinero. Jamás me preocupó y le dí valor a otras cosas, ya te lo dije. Además siempre supe que iba a poder ganármelo, ya que siempre he encontrado un recurso. Pero hoy cuando encuentro mujeres jóvenes les recomiendo imperiosamente que el dinero tiene que ser prioridad nº uno en sus vidas. Que si no tienes dinero vales menos que un perro muerto. Y si son varones, también.

Llegó el día de marcharse. Fuimos al aeropuerto por separdo. La encontré afuera sentada con la perrita. Me trató como si mejor estuviera sola. Y algo de eso me dijo. ¡Es tan feo sentirte un estorbo, que estás de más! Así que me levanté y me marché. Cuando volví la encontré con la empleada, su marido (que yo ya conocía también) y sus hijitos. Les estaba diciendo que yo la había dejado ahí sentada, sola. Los otros, por supuesto, me miraban como a una porquería. ¡Siempre igual: ¿por qué te aguantas?. Por vulnerabilidad.

El vuelo fue suspendido, así que nos pagaron una noche en un hotel. Un lujo, con todo detalle. Buffette Libre -en donde otra vez con ella lo pasamos genial- (¡qué manipuladora que es!, es una genio de la manipulación). Ya subir a las habitaciones -porque nos dieron dos, con baño privado, tipo apart-hotel, nevera, sala de estar, el dormitorio y ¡un televisor! que fue lo que yo aproveché, meré televisión- la cosa cambió. Volvieron a venir su empleada y su marido y los chicos y se encerraron todos en su habitación.

En el avión, prefirió viajar en un asiento sola y que yo me fuera a otro. Era algo así como que yo no te conozco. Para ésto yo ya había decidido conseguirme un trabajo donde tuviera para dormir también e irme lo más rápido posible de su lado y de ser posible, no volver a verla. Una vez que pagara mi billete a la chica, nunca más.