martes, 30 de marzo de 2010

ULTIMO TRAMO

No me salió trabajo sino hasta octubre.

En algunos de éstos intermedios -pero era invierno, u otoño- fui a la policía de Via Laietana, donde funcionaba el departamento contra la violencia de género (¡Es que dí tantas vueltas!) y una agente me transcribió todo lo que yo le decía, en lápiz. Después de un tiempo se acercó uno que dijo ser jefe, para que "a ver si apuramos el trámite, que no tenemos toda la noche". Cuando terminamos, y que yo esperaba que lo pasara por ordenador, se levantó, y en tanto me acompañaba hasta la puerta, yo le decía eso y si no me daba una copia, me dijo que no, que eso era "una investigación interna" y que ya tendría yo noticias. -"¿Noticias, a dónde?, si no me tomó ni el teléfono"- "Usted vaya, que nosotros ya nos ocuparemos..."

¿POR QUÉ?

Pero ¿por qué? Es como si en el fondo necesitaras creer que el bípedo implúmedo necesita un motivo para ser malvado, perverso. Y encima esa mañía que tiene uno de querer encontrar en tí la falta para justificar lo que los demás hacen contigo.

Así que sí o sí tenía que haber una razón, un por qué.

Por supuesto a quienes (los pocos) que acudí para contarles lo que había visto, no quisieron ni siquiera escucharme.

¿Qué hubiera hecho yo en su lugar?, me pregunté muchas veces. Yo soy temeraria, es mi respuesta. Pero hoy también sé que ya para entonces nos hubiéramos dado con los morros contra la pared...

Después de esto, vino un tiempo de búsqueda de trabajo y búsqueda de respuestas, no sólo al hecho de todo lo que había estado ocurriendo, sino RESPUESTAS. Opté por olvidar, negar? lo que había visto y seguir. Hay que pagar, vestir, comer...

Hubo momentos muy buenos, de apoyo, de ayuda, y también de profunda amargura porque nada se concretaba, en tanto había dos preguntas exclamadas siempre: ¿por qué? y ¿cómo se sale de ésta?

Al final, de aquí para allá por trabajo, terminé, como decían las chicas, en la única persona que daba trabajo entonces: la HE. No fue fácil. Muchos ir y venir,
hasta que me contrató un matrimonio con tres hijos mayores: padre e hijo mediano, abogados. Era solo para el verano, pero daba igual: la Flia. Tellez, de Pedralbes.

El primer mes, julio del 2000, lo pasamos la Sra. y yo solas en una masía en medio del campo. San Pere Pescador, creo se llamaba. Bien, tranquilas. Por las tardes me
llevaba a recorrer la zona de Gerona. La segunda quincena ya tuvimos movimiento porque venían personas a comer: familiares (entre ellos una monja), amigos de los chicos (policías)...
Yo para ésto ya había hablado con ellos un poco con respecto a mi problema, pero no hubo ningún ofrecimiento de ayuda. También habían llegado ya los hijos. El hijo del medio, para mí, era un tesoro. El mayor tenía problemas (enfermó de la noche a la mañana), y el menor, buena gente.

De todas maneras, habían cosas en las que no estaba de acuerdo, pero por no perder el trabajo, Y EN LA SITUACION QUE YA SABES QUE ESTÁS, no te queda otra que agachar la cabeza; y lo digo porque hasta me hizo lavarle la todoterreno por fuera y por dentro. Lejos de ser una tarea de hogar...

Y hasta llegué a sentirme "rara", y comprendiendo lo que estaba pasando, le referí a la señora que "a mí los psicofármacos me dan depresión; no, no me hacen nada bien."
Reaccionó "pillada", pero luego de ésto, ya no más malestar. Y es que la cosa seguía: comidilla por aquí y comidilla por allá; yo, el centro, y aquí a hacer y creer todo lo que el "intruso" sugiere o manda.

Sí fuimos una noche todos juntos a comer afuera. No recuerdo si era el cumpleaños de unos de los chicos.

El mes de agosto fuimos a Alp. Un precioso terreno y en el medio una casita. Cómoda, bien puesta.

Allí con la señora íbamos a recoger moras -ella las recogía trepándose por los árboles; yo, con el corazón en la boca, se las recibía- y luego, a la casa a preparar una tarta de moras -deliciosísima-.
Pero en general, todo era incomodísimo. Sea a donde sea que fuéramos, era lo mismo: yo, Marilyn Monrroe...

Una tarde ellos regresaron de una salida. El estaba alterado y ella incómoda. Hubo una muy pequeña discusión y el le dijo -"...pero éstas aprendices de monjas...!"-, para que yo escuchara, y yo, por supuesto me dí por aludida. Entonces ella le dijo -"Vamos a entregar ese dinero a la iglesia?"- y se volvieron a marchar. Y ellos? ¿Desde cuando tenían trato y contacto con la iglesia? Muchas veces habían remarcado estar totalmente alejados de la religión y las prácticas, a pesar de su parienta monja. Pero siempre pasaba igual: las gentes cambiaban costumbres al estar yo.

Yo, ya me sentía insegura otra vez, vulnerable otra vez...

Comenzaron a marginarme.
El último tiempo fue incomodísimo, tanto que un dia el me dijo de muy mal modo que si quería podía irme, que me pagaría igual. ¿Y a dónde iba a ir? ¿Y cómo iba a salir de ahí, que yo no conocía nada de ese lugar?

Así que cuando se terminaron las vacaciones volvimos a Barcelona y me quedé sin trabajo.

Me sentía realmente mal. Sí, tenía dos meses trabajados en dinero, pero me sentía "pateada"; pelota afuera otra vez.

LOS PODERES

Exactamente el 26 de Julio se había ido todo a la mierda aquí también. Hoy, de aquel momento, comprendo que hay veces que por más que queramos hacer, hay cosas y "poderes" que se nos escapan de las manos. Fue esa noche que me introduje en el mar hasta el pecho con la idea de quitarme de enmedio. Pero, yo no estaba deprimida, ni con sentimientos, como para poder llevar a cabo tal acto. Tenía, sí, mucha rabia y una toma todal de conciencia de que no había forma de salir de esta madeja de enredos.

Me pasé toda la noche, sin dormir, en una estación de trenes. Tenía puesto un enorme chandal. Aún así no paraban de acosarme. Creo recordar de haber ido a esa casa otra vez, ducharme, cambiarme. El resto, por ahora, lo tengo en blanco. Lo que sí, para mí fue una gran confusión, porque no entendía por qué era el maltrato, buscando una escusa y otra, pero todo alejado de la verdad, que una y otra vez, se escondía, se evitaba.

Sé que para el mes de septiembre, octubre, estaba allí, en esa misma casa, cuando, mirando un programa de TV5 por la noche, me ví por televisiòn. Me habian puesto en pornografía en Internet y lo estaban mostrando en ese programa. No era una programaciòn codificada ni nada que se le parezca.

La imagen del cuerpo era sacada del baño de la casa de Dn. Alejandro Ruiz y Sra., de la calle San Ramón Nonato nº24, de Hospitalet, de Barcelona, de cuando yo trabajé allí; la cara, de una fotografía de las sacadas en Bs.As. en mi época de iglesia, superpuesta; las manos habían sido superpuestas también, sacadas de una de las poses que yo adopté un tiempo para dormir en el hogar Pagola del Ejército de Salvación. Por fin me había encontrado con la madre del borrego. No, no puedo explicar de ninguna manera lo que sentí en ese momento, y bajo las circunstancias y hechos que aquí he referido. Te quedas lisa y llanamente sin aliento, sin sangre que circule por tu cuerpo, la vida es como si se te escapara; sí, te quedas muerta...

Hoy no me cabe ninguna duda de que estos malditos perversos lo hicieron a propósito; bajo el estricto control al que me tenían (y me tienen) sometida, sabían que yo miraba ese programa, y sabían que algún día yo podría descubrir lo que habían estado haciendo conmigo, así que primero se ocuparon de difamarme bien y con eso cerrarme todas las puertas; se aseguraron de que no tuviera ni una oportunidad ni de poner denuncias, ni de que se me escuchara. Todos los métodos fueron válidos. Y luego, "mira, ésto es lo que hicimos contigo" (también). "Ahora a ver a quién vas a quejarte", parecía ser el mensaje. Sí, era un montaje, pero mucho peor de lo que yo hubiera podido imaginar, porque era yo; sí, con photoshop, pero era yo.

¿Qué hacer? Sabía que a la policía no podía ir. Para experiencia, A Coruña (y en Barcelona, un destacamento de la calle Guipuzcua, cuando estaba en Rios Rosas). También había perdido el juicio con los Fernandez, en parte por no presentarme (por estar en Barcelona, sin dinero y sin que la abogada se hubiera hecho cargo de la situación en la que yo me encotraba y el juez no había atendido peticiones. Con la letrada sólo había podido comunicarme una o dos veces. Luego no había querido comunicarse más conmigo.

Pero ¿por qué, por qué me habían hecho eso, por qué? Justamente a una persona que había renunciado a tener relaciones sexuales, a vivir como los demás, desde 1986; ¿por qué?

Las dificultades que había vivido desde que había entrado a las iglesias evangélicas, no las había tenído nunca antes en mi vida, aunque sí entre porque las cosas en mi vida no funcionaban, como ya lo expliqué. Pero la falta de respeto, la falta de trabajo, los abandonos por parte de las personas y las soledades y las traiciones, no, no las había vivido antes. Y entonces piensas que mucho menos cuando me había hecho habitué de un Pab al que asistí, como quien asiste a un club (y así lo bauticé) durante casi dos años y me relacioné con TODO tipo de gente; que bien me hubieran podido! No, tuvo que ser así, con el más alto grado de perversidad y perversión.

UN RESPIRO, MUY CORTO

Fui a CCOO y comencé el trámite, muy fácil por cierto. Las cosas parecieron marchar un poco más tranquilas. Pero no.

Llegó un momento que el ambiente en general se tornó insoportable. No había persona con la que me cruzara o tratara que no me "identificara".

Tomando un café me pongo a hojear una revista del periódico, (la semanal) en la época que apareció la novedad del programa del "Gran Hermano" para televisión. En la lente de la cámara que aparecía como portada, me pareció identificar mi cuerpo y mi mano, levantándome del WC. Solté la revista y me sentí "paranoica", a pesar de que los individuos que estaban en la barra del bar, estaban jaraneándose y no paraban de mirarme. Salí del bar más que rápido. D E S E S P E R A C I O N es la sensación que en ese momento experimentas. Agitación, malestar, desorientación... No, no sabes qué hacer, no sabes a dónde ir, a quién buscar.

En esos días también en un periódico local aparece un artículo de cómo se masturban las personas, destacando el hecho de "utilizar el agua" también para ello. No leí el artículo, el periódico me quemaba en las manos. Traté de saltar página y no pensar que se estaba refieriendo a mí. No, no podía ser. ¿Por qué iba a ser?

De todas maneras, por alguna razón las cosas no funcionaban nada bien: si preparaba papeles para denunciar, desaparecían, si entraba a algún lugar a comprar o a preguntar por algo, o era un maltrato vergonzoso o comenzaban la miraditas entre ellos y las risitas contenidas.
Hacía tiempo, desde Bs.As., que sospechaba que habían hecho montajes con mi cara, lo que hoy se llama photoshop; y entre los que creía que habían podido participar, estaban N2. Pero, entonces, los que lo sabían, lo estaban encubriendo; a mí me lo estaban encubriendo.

Terminé hablando y llorando a lágrima viva con quien en toda esta época me oficiaba de consuelo. No, no le comenté lo de la revista y el periódico. De verdad que pensaba que eran imaginaciones mías, que yo lo relacionaba conmigo, pero que no era cierto.

Hice las maletas, planté el trabajo y me volví a Barcelona.