lunes, 1 de marzo de 2010

HAY QUIEN DICE...

Conseguimos comprar el dormitorio, un televisor, la nevera...

Hay quien dice que ésta fue mi sentencia de muerte...
Para esas navidades mi hermana me cuenta que Teresita viajaba a Bs.As. y si yo podía tenerla en mi casa. Aregañadientes, todo hay que decirlo, le dije que sí -tuve un amigo que decía que yo tenía el sí flojo- (¡Por favor, cómo odio recordar y escribir todo ésto: vuelve a amargarme la vida!)
Su estancia fue sencillamente imposible de sufrir: que cómo pueden vivir así, que no tienen nada, que cómo no tienen una mesa de comedor, sino éste trasto, que por qué estás con un hombre casado (-"está separado, no casado", mientras pensaba y tú vienes a hablar que tuviste una hija de soltera, entre otras cosas, sin hablar de que MI padre se casó contigo porque te embarazaste?)- "¡Hay, yo nuuunnnca!"-(¡¿?!). En éste tipo de cosas nunca me gustó ofender en la misma manera que me estaban ofendiendo... Con el tiempo....
Derrochando dinero para "sus compras", "porque allá ésto no hay", y "ésto no lo tengo, y quejándose de cómo no teníamos...no sé,...café. Y uno pensando "y tú por qué no te vas a un hotel que ¡taaanto! tienes y vienes aquí a quejarte y "mostrar" y no compras ni para tu consumo personal... Ah! y siempre con la cantinela de mi padre...
Al principio no fue así, y con gusto le dejamos que durmiera en nuestro dormitorio, en nuestra cama, mientras nosotros nos quedamos en la sala...
Una vez fuimos por la calle Libertad, la de las joyerías y se hizo tazar el anillo de brillantes que llevaba. Con la piedra maor rota -según le dijeron- y todo, yo calculé la tasación, en lo que costaba la propiedad en la que yo estaba viviendo.
Que esperas? ¡Claro que esperas! Tanto alarde de riquezas y tanto derroche, claro que esperas que te compre la mesa del comedor y las sillas, o el juego de sillones...o algo. Pero no, ni la cena de navidad, que la pasó con nosotros...
A qué había venido? y ¿dónde estaba mi hermana?, con sus amigos. Vaya endose. Éste hombre, que era buena persona, se la aguantaba dejando que yo llevara la situación.
El 24 a la noche, en plena cena, colmó la copa: empezó a tirarse contra mi padre, -"qué cultura!", "las ha dejado en la calle", "no les ha dado una educación", (a ver, monada, que tú ni siquiera escribes sin horrores de ortografía; y tú, qué has dado/hecho y qué estás dando/haciendo? me calle...), que cómo se atrevía a dejar mujer e hijos para venir a vivir así, que con qué clase de hombre estaba, que no tenía ni para presentar una mesa de navidad...
Hombre!, lo típico: pollo, sidra, bebidas y turrones, pan dulce y café (y nos había costado...!, que se dice fácil, pero...) Qué más quería? Caviar?... Estallé cuando no recuerdo qué más dijo de mi padre. Parecía estar buscando la gota que colmara el vaso. Y la encontró: En medio del griterío, le dije que en ese mismo instante se fuera de la casa. "Ni un minuto más: te armás las valijas (en argentino, claro) y te vas". Le dejé la puerta abierta hasta que preparó las cosas y salió...
¡Pero es una artista! Cuando estaba por atravezar la puerta para irse me miró y me dijo:-"A mí nunca más nadie me hecha de una casa...!"- La voz ronca, las palabras lentas y sentidas. Me llegaron hasta lo más profundo porque además entendí que no era la primera vez que le ocurría...
A mí no me acuerdo qué me regaló, pero a él le había traído una botella de Blach Label, siendo que el no bebía.
No me acuerdo qué pasó, ni cómo paso, ni cuándo pasó -por el dinero tal vez-, pero las peleas con el se fueron sucediendo un día sí y otro también.
Lo cuento porque un día llegé a la casa y me lo hallé en camiseta y calzoncillos, en un rincón acurrucado en el suelo, como quien está aterido de frío, completamente ido y que por favor le sacaran las hormigas del cuerpo, corriendo, después de un momento, a otro rincón de la casa. La botella de Black Label estaba en el suelo vacía...
El portero, la ambulancia... No sabían lo que tenía...
Otro día llego a la casa y veo las cosas medio raras. Al final era porque había encontrado, con mi hermana, un Vudú entre mi ropa de invierno -otro regalito "sorpresa" de navidad de Teresita-: un muñequito negro de lana con la cabeza llena de alfileres. Yo no creía en "esas cosas", pero igual me había costado toda la ropa de invierno: me la habían quemado...
Le armé al pobre un escándalo de órdago...
Con éste chico teminamos muy mal, yo marchándome de la casa y el alquiler con los pagos suspendidos. Marquitos ya no estaba, de todas maneras me dolió defraudarlos; y me había defraudado también a mí misma porque desde mis 24 años tenía como lema de cabecera el "Mas vale el buen nombre que las muchas riquezas y la buena fama que la plata y el oro" Prov. ´Bíblico. y había terminado defraudando a los que menos hubiera querido, al único grupo social que me habían considerado una persona: a los judíos.
Aprovecho aquí en éstas páginas para disculparme, para pedirle perdón a Marcos, a su familia, al dueño de la propiedad y a su familia y a aquel matrimonio que nos licitó; mal negocio. Luego no tuvimos para responder. Y, como decía un amigo mío, las medias son para los pies.

Me gradúo, por fin, en mi escuelita, la Nacional de Comercio Nº 10, de la calle Córdoba, con tanto gusto que me invitan a escribir el discurso de fin de curso, y que lo leyera.
Para ésto estaba yo felíz con mi escuelita porque, entre otras cosas, había participado en un concurso de Ajedréz y me había llevado un cuarto premio, había entendido de tal manera -siendo que para mí la matemática siempre fue una tortura de incomprensión- la física y la química que se los explicaba a mis compañeros y ¡terminaban entendiéndolo también!
Además había conocido a mi amiga Z, que lo seríamos por 20 años...

1988 me hago miembro de la iglesia del Pastor Giménez -Ondas de Amor y Paz-La tercera cosa peor que hice en mi vida, luego de aceptar a Teresita... Me hice creyente evangélica pentecostal. Estaba estudiando ya psicología en la UBA...
A decir verdad, nos venían rondando a mi y al que era mi pareja, bastante tiempo atrás. Inclusive alguna vez fuimos con él a unos de esos centros, pero no nos había convencido. De todas maneras, siempre terminábamos encontrándonos con ellos...
Estaba realmente mal: me estaban machacando "energéticamente" (hoy lo sé) a matarme, con todas las armas... Y socialmente también; "cosas raras", viste, miradas, caras, pérdidas de empleo sin razón de ser... Emocionalmente estaba deshecha...y...¡Cha chan, cha channn! Apareció la enésima persona a hablarme del Señor ¡El es tu Salvador!; para colmo, era la que era mi jefa en la oficina, de la Cía de Seguros, ella me había contratado,y la tenía justo en frente de mi escritorio...Y se hizo "mi amiga". Yo me hice creyente.
No recuerdo en en que año se casó mi hermana, pero -pese a lo que ella hoy diga- cuando me enteré me dolió tanto que no me hubiera dicho nada ni me hubiera invitado, que me dejara de lado que recuerdo que hablé con Cristina "mi amiga"-jefa- y le dije que para mí se había acabado mi familia:ni ella ni Teresita. Cristina me apeló al Señor...
No recuerdo si fué en 1988/89 que mi hermana vuelve a viajar a Barcelona, por supuesto, -o creo- Teresita mediante. Su marido no viaja. Volvió y no recuerdo cuando viajan los dos a Barcelona...
Yo viajo en 1990, Teresita mediante: sin trabajo, sin tener dónde estar, la iglesia como Pilatos y el hombre anciano de la casa donde estaba parando -provisoriamente- , de 78 años, comienza a acosarme conque se quiere casar conmigo... ¡Y era medio pariente!. No hay caso, no se puede ser buena, atenta y amable. La gente -hasta hoy- se desubica. ¡Qué locura!. Yo? ENAMORADA DE "MI CRISTO"! ¡QUÉ IM-BE-CIL-! No vivía más que para el evangelio y la iglesia -porque todo es temporal, viste-, y nunca había tenído tantos problemas sin resolver.
A todo ésto había tenido "palabra del Señor" de que me iba a casar con el muchacho que, luego me enteraría, ya que esperé como cinco años, que a todas las solteras de la iglesia el "Señor" les había prometido lo mismo...


EL PRINCIPIO II

En los años 1994/1995 me inscribí en música en el CONSERVATORIO MUNICIPAL DE MUSICA DE BUENOS AIRES, para piano y canto. Dos años... No pude seguir. Y muuuchos años estudiando inglés y sé algo de italiano...
Ahora sigo con el ingés, italiano y ése aparato llamado ordenador y su internet.

Volviendo al tema que nos ocupa, en 1985 ¿? volví a alquilar, pero ésta vez en pareja. Nunca ví con buenos ojos ni con entusiasmo la relación - Aaah, la intuición...!, qué maravilla que deberíamos desarrollar TODOS, y no silenciarla con "el raciocinio"...!, peeero, tanto vá el cántaro a la fuente... No era una mala persona, ni mucho menos. Pero, sencillamente hay cosas que no coinciden y, desde luego, no terminan bien: "no lavo, no plancho, no hago la limpieza, sino los sábados; trabajo desde las 8 que salgo de casa y no vuelvo hasta las casi 12 de la noche de la escuela...". "No importa", fue la respuesta. Eramos casi de la misma edad; él estaba casado y tenía 2 hijos. Nunca supe por qué aprovechó su relación conmigo para dejar su casa. Me la presentó. También conocí a sus hijos. Con él nos conocimos en el trabajo. Marcos Mussali me salió otra vez de garante y el propietario de la casa también era judío, pero esquenazi (Marcos era sefaradí). El apartamento era grande, con un gran balcón de punta a punta, daba a la calle, en un piso 12 de la AV. Pueyrredón y Corrientes. No teníamos ni lo más mínimo indispensable y allí se compartía todo: él (protección) tenía que responder a la madre de sus hijos y a sus hijos. Más sacrificio. Pero cuando yo llegaba a la noche, siempre me encontrba con la cena lista y la mesa puesta