martes, 30 de marzo de 2010

¿POR QUÉ?

Pero ¿por qué? Es como si en el fondo necesitaras creer que el bípedo implúmedo necesita un motivo para ser malvado, perverso. Y encima esa mañía que tiene uno de querer encontrar en tí la falta para justificar lo que los demás hacen contigo.

Así que sí o sí tenía que haber una razón, un por qué.

Por supuesto a quienes (los pocos) que acudí para contarles lo que había visto, no quisieron ni siquiera escucharme.

¿Qué hubiera hecho yo en su lugar?, me pregunté muchas veces. Yo soy temeraria, es mi respuesta. Pero hoy también sé que ya para entonces nos hubiéramos dado con los morros contra la pared...

Después de esto, vino un tiempo de búsqueda de trabajo y búsqueda de respuestas, no sólo al hecho de todo lo que había estado ocurriendo, sino RESPUESTAS. Opté por olvidar, negar? lo que había visto y seguir. Hay que pagar, vestir, comer...

Hubo momentos muy buenos, de apoyo, de ayuda, y también de profunda amargura porque nada se concretaba, en tanto había dos preguntas exclamadas siempre: ¿por qué? y ¿cómo se sale de ésta?

Al final, de aquí para allá por trabajo, terminé, como decían las chicas, en la única persona que daba trabajo entonces: la HE. No fue fácil. Muchos ir y venir,
hasta que me contrató un matrimonio con tres hijos mayores: padre e hijo mediano, abogados. Era solo para el verano, pero daba igual: la Flia. Tellez, de Pedralbes.

El primer mes, julio del 2000, lo pasamos la Sra. y yo solas en una masía en medio del campo. San Pere Pescador, creo se llamaba. Bien, tranquilas. Por las tardes me
llevaba a recorrer la zona de Gerona. La segunda quincena ya tuvimos movimiento porque venían personas a comer: familiares (entre ellos una monja), amigos de los chicos (policías)...
Yo para ésto ya había hablado con ellos un poco con respecto a mi problema, pero no hubo ningún ofrecimiento de ayuda. También habían llegado ya los hijos. El hijo del medio, para mí, era un tesoro. El mayor tenía problemas (enfermó de la noche a la mañana), y el menor, buena gente.

De todas maneras, habían cosas en las que no estaba de acuerdo, pero por no perder el trabajo, Y EN LA SITUACION QUE YA SABES QUE ESTÁS, no te queda otra que agachar la cabeza; y lo digo porque hasta me hizo lavarle la todoterreno por fuera y por dentro. Lejos de ser una tarea de hogar...

Y hasta llegué a sentirme "rara", y comprendiendo lo que estaba pasando, le referí a la señora que "a mí los psicofármacos me dan depresión; no, no me hacen nada bien."
Reaccionó "pillada", pero luego de ésto, ya no más malestar. Y es que la cosa seguía: comidilla por aquí y comidilla por allá; yo, el centro, y aquí a hacer y creer todo lo que el "intruso" sugiere o manda.

Sí fuimos una noche todos juntos a comer afuera. No recuerdo si era el cumpleaños de unos de los chicos.

El mes de agosto fuimos a Alp. Un precioso terreno y en el medio una casita. Cómoda, bien puesta.

Allí con la señora íbamos a recoger moras -ella las recogía trepándose por los árboles; yo, con el corazón en la boca, se las recibía- y luego, a la casa a preparar una tarta de moras -deliciosísima-.
Pero en general, todo era incomodísimo. Sea a donde sea que fuéramos, era lo mismo: yo, Marilyn Monrroe...

Una tarde ellos regresaron de una salida. El estaba alterado y ella incómoda. Hubo una muy pequeña discusión y el le dijo -"...pero éstas aprendices de monjas...!"-, para que yo escuchara, y yo, por supuesto me dí por aludida. Entonces ella le dijo -"Vamos a entregar ese dinero a la iglesia?"- y se volvieron a marchar. Y ellos? ¿Desde cuando tenían trato y contacto con la iglesia? Muchas veces habían remarcado estar totalmente alejados de la religión y las prácticas, a pesar de su parienta monja. Pero siempre pasaba igual: las gentes cambiaban costumbres al estar yo.

Yo, ya me sentía insegura otra vez, vulnerable otra vez...

Comenzaron a marginarme.
El último tiempo fue incomodísimo, tanto que un dia el me dijo de muy mal modo que si quería podía irme, que me pagaría igual. ¿Y a dónde iba a ir? ¿Y cómo iba a salir de ahí, que yo no conocía nada de ese lugar?

Así que cuando se terminaron las vacaciones volvimos a Barcelona y me quedé sin trabajo.

Me sentía realmente mal. Sí, tenía dos meses trabajados en dinero, pero me sentía "pateada"; pelota afuera otra vez.

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