jueves, 20 de mayo de 2010

JAMAS QUIETA

Fui a buscar testigos y pruebas de que habían estado calumniándome y detrás de mí desde tiempos ha, a la iglesia de Filadelfia de Gracia en donde me había congregado por 1991. Me hicieron volver para ver qué resolvían. Cuando así lo hice, los testigos, o sea aquellas personas que me habían conocido y que yo conocía y con los que también había hablado el primer día, habían desaparecido, y este nuevo pastor, completamente desconocido para mi, me sacó del salón con la actitud más prepotente que pudo hallar, diciéndome que "allí no tenía nada que ir a buscar", en tanto me miraba de arriba a abajo con un desprecio propio de los que juzgan y obran por mandato.
¿Sufrimiento? No. Indignación, rabia, furia...Impotencia.

Los nazis, como buenos psicópatas, nunca se sacian. Fue una época en la que hubo de todo, pero especialmente fue una época de descubrir, gracias a los mismos, por sus señales y acosos, que no sólo me habían puesto las hidden, tanto donde trabajé en 1990 en Barcelona y en el Pagola del Ejército de Salvación, sino que habían hecho montajes también con mi inspección de las hemorroides en el mismo Pagola y más; todo lo que les había salido de sus mentes enfermas, y que todo lo distribuian por donde quiera yo andaba, cosa que incrementaba el asedio.
Y no se conformaron con eso, no. Fueron sumando insultos, provocaciones y malos tratos hasta "empujarme" literalmente a poner denuncias...
Comenzaríamos a repetir la odisea de Buenos Aires.
Cuando presenté una denuncia en Juzgados (porque policía no me las quería aceptar) contra Dn. Alejandro Ruiz, la pasearon por tres juzgados, lo cual me levó a presentar otra denuncia, pero contra el primer juzgado, porque incluso cuando fuí a querer hablar con el Juez, todos, juez y secretarios se mostraron renuentes a querer atenderme, escucharme y/o atenderme. No había respuestas, llegaba yo y era empezar todo el mundo a correr de aquí para allá como ratas, acompañado del infaltable, sistemático e infatigable acoso por donde iba y con quién me cruzara.
Cuando por fin la denuncia pasó a un juzgado (ya no recuerdo si el 30 Instrucción Primera, me cerraron la puerta en las narices luego de decirme violentamente que no iban a hacer nada. Ninguna otra explicación. Para esto ya había puesto otras denuncias por diferentes motivos y fue al juzgado nº 23, Instrucción Primera a dónde presenté todo un extenso escrito explicando toda la situación desde el principio. Fui varias veces a ver qué se había resuelto encontrándome primero con que lo habían expedido a la policía (con muy malos modos, para no variar), luego que lo habían enviado al abogado que atendía la causa de lo que yo había denunciado; el abogado, tratándome  como no se le trata ni a un delincuente-asesino-etc, que él no estaba para eso, sino para antender el caso que se le había asignado y que no iba a inmiscuirse en asuntos de cuestiones penales que no tuvieran que ver con eso, y mucho menos de alcance internacional, todo esto sin sacar la vista de su ordenador que tenía a su derecha. Fué inútil que le explicara que yo no era ni jamás había sido todo aquello de lo que se me estaba acusando (incluso él con su actitud, que, obviamente, enviándome a "satanás", poco interés tenía de escuchar y/o saber). Ese juicio, el que él llevaba, también lo perdí. Lo que más desespera es ver a la gente de los mismos juzgados actuar de la misma manera que aquellos a los que tú estás queriendo denunciar y, sobre todo, verlos morados, adelante de tí, como pimientos, a punto de reventar, y no de verguenza, porque es obvio que no la tienen. Eso me pasó incluso en el nº 23 de referencia con un individuo de pelo muy largo y cano, amarrado atrás, que  ya no recuerdo si era el juez, porque lo que sí es cierto, es que no quiso recibirme; sólo lo ví por los pasillos hablando con una pareja (típica presentación de los difamadores-acosadores-manipuladores-en las sombras).
De todas las denuncias que formulé por entonces, solo prosperaron dos, esta del 23 y otra de la que no recuerdo el juzgado, por lesiones.
Nunca jamás fui asesorada por los abogados, aunque uno de ellos, el de las lesiones, la primera vez que nos encontramos mostró mucho celo en el asunto, y me prometió que llevaría el caso hasta lo administrativo, si fuera necesario. Poco duró el celo. Yo misma tuve que presentar un escrito -porque no hubo manera de convencerlo a él- solicitando como prueba de lo sucedido, lo registrado por las cámaras de seguridad: denegado en Primera Instrucción y en la Audiencia...

Antes de esto tuve muchas dificultades en el S.O.J. de la calle Valencia para que me atendieran -previo acoso y tocamientos en sus genitales en mi presencia cuando yo intentaba -vanamente- de explicar las situaciones- y asesoraran, lo que me llevó a hablar con el secretario del juzgado nº 10 explicándole la situación, lo que condujo a este buen secretario, indignado y asombrado, a hablar con ellos para que me atendieran.
De vuelta en el S.O.J. unas mujeres que dijeron ser abogadas me quisieron detener y que firmara una órden de detención en blanco.

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