miércoles, 17 de marzo de 2010

OTRO INTENTO

Cuando llegué a la casa de Teresa, ella ya había cambiado por completo en lo que había sido por teléfono.
Yo felicísima de poder hacerla oír lo que había aprendido, con el teclado... Jamás salió del estuche. No le importaba lo que se dice, nada. Como siempre, las maletas sin desarmar, el televisor y el teclado embalados todo el tiempo.
Mi dulce prima también había cambiado; además estaba con problemas de haber denunciado a un vecino y la "justicia" la había fastidiado bien fastidiada. Lo relacioné conmigo. -Aunque, francamente ya no recuerdo si fue ese año o el siguiente- ¿Perjudicaban a la gente que tenía que ver conmigo y puedieran ser testigos?
Un tiempo atrás me había reencontrado con mi amiga de mis 24 años. Como siempre, habíamos pasado tres días juntas y me había quedado a dormir en su casa: una preciosa habitación con altillo, en la que vivía hacían tre años.
Cuando nos reencontramos luego de esos tres días, había perdido su trabajo de ¡12! años, no le habían pagado ni el sueldo -porque la dueña la acusaba de haberse quedado con 1400 dólares -a juicio-, y la habían echado de la casa porque, en su ausencia, le había caído un comando policial (los de los camiones celulares, como se le llamaban en Bs.As. entonces) y le habían dado vuelta la habitación, por una denuncia. Ella fue a averiguar qué había sido todo aquello y el procedimiento no constaba como efectuado. En suma, nadie había ido.

Ahora mi prima con problemas de "justicia" y con ideas de marcharse del país. Con casa propia (doce años viviendo allí), con una excelente reputación, y, de pronto, todo a la basura. Todo muy raro.
Conmigo el tema era que Teresa le había dicho que yo había dicho de ella que era una mala madre y que se lo pasaba de discoteca, abandonando a sus hijos...
Cuando Teresa, el año anterior, me había preguntado sobre mi prima, que qué me parecía, le ví la mala espina. Aún así le dije que era una buena samaritana, y una gallina con sus polluelos. Eso fue lo que ahora le contaba yo a mi prima. Me creyó. Porque conocía a Teresa.
Ese año me enteré de muchas cosas de Teresa. Una de ellas era que a mi prima le había hecho, también a sus 24 años, lo mismo que me había hecho a mí a la misma edad; y que nunca, ni con su propia madre, se había podido sacar el "mote" de puta. La había difamado en tanto estaban ambas en Barcelona.
También me enteré que se "sabía" que "Teresita", la otra hija -suicida- se había matado por encontrar a su madre con su marido en la cama. También la había difamado tanto en Barcelona en cuanto a la vida que la chica había llevado en Lima, como en Lima sobre (según ella) la vida que la chica hacía en Barcelona. Le cerró todas las puertas.Que había dejado una carta a la policía antes de quitarse la vida echándole la culpa a su madre.
Mi prima me contó que en uno de los años que Teresa vivió en Lima -desde que se jubiló, viajó, contenedor (barco) para aquí, y para allá, como cuatro veces- la convenció de que se fuera a vivir con ella, que alquilara el departamento de ella y vendiera todos los muebles y demás cosas de de su casa, ya que ella tenía una casa muy grande y tranquilamente podían vivir los cuatro, y de paso se llevaba unos dineros del alquiler. A los tres meses la dejó en la calle con los dos chicos. Tuvo que meterse en un galpón hasta que le desocuparon su casa.
Yo alucinaba a medida que me enteraba de todas éstas cosas.

También me reencontré con más primos y primas. Que podía trabajar con ellos (tenían empresa propia).
También conocí a mi tío que no vivía en el Perú. Me pareció un hombre genial.

Mi otro tío y su mujer también me habían recibido de maravilla, al igual que su hija. Con mi tía habíamos ido a dar una vuelta por el malecón y la costa. Ella me hablaba mucho y yo dándole vueltas a mi cabeza de qué iba al final terminar haciendo con mi vida. No podía pensar en otra cosa. Veía que todas las posibilidades se me terminaban, que con Teresa era imposible y todos los que me habían ofrecido su ayuda y amistad y todo, se echaban para atrás. Una de las personas me dijo -"prefiero enviar a mis hijos a la guerra, antes de que caigan bajo la lengua de tu madre"-
También me habían referido secuencias de su conducta, gentes que la habían conocido de joven, tanto con los hombres, como con su propia familia, así como su "manía" de montar verdaderos escándalos porque "le habían robado sus joyas". En cualquier lado, con cualquiera. Todo terminaba apareciendo y resultaba ser baratija.
Que había sido una desgracia para su madre (mi abuela), que a los 14 años se había ido de la casa al mundo.
Que eran cuatro hermanos (o cinco) del primer hombre de mi abuela, un hechicero bravo y malo de la selva y que los otros hermanos eran hijos del que sí se casó con mi abuela. Que aunque este señor los había querido reconocer, mi abuela no habían querido, así que llevaban todos ellos su propio apellido. De resultas, le había venido a decir a mi hermano, que había tenido madre y padre, bastardo, y la bastarda era ella. Que todo su resentimiento venía porque sus hermanos segundos eran los que tenían dinero `por su padre, en tanto que los del primer hombre de mi abuela, no.
La cuestión que el paseo con mi tía había culminado con un delicioso dulce que compró para las dos y que yo agradecí de todo mi corazón porque eran gente pobrísima y sabía el sacrificio que le significaba.
No sé qué pasó cuando llegamos a la casa, ya casi noche, pero me atacaron como a la peor. Mi tía había dicho cuando llegó a la casa que yo me lo había pasado todo el paseo mirando y buscando hombres. Que era una buscona. ¡Estaba yo para pensar en hombres, justamente!. No entendía, no entendía y no entendía. Como sea, me tuve que ir sola, ya de noche.
Para ésto, yo ya no estaba parando en casa de Teresa. No puedo recordar qué fue lo que pasó. Sé que terminé con las maletas dando vueltas. Primero en una casa, después en otra... Un tiempo, y luego, me tenía que marchar. La vida de todos, en donde yo estaba, se les complicaba: con sus relaciones, en sus trabajos.
Alquien que había conocido a mi papá y a ella cuando jóvenes me dijo -"Tu padre y yo éramos muy amigos. Era una gran persona, un buen hombre. Lo conocí por ella, pero te digo, lo peor que le pudo haber pasado a tu padre en su vida, fue conocer a tu madre."- Me lo habían dicho ya en Bs. As. (gente que conocí por casualidad y que me relacionaron con mi papá por el apellido y que los había conocido a los dos cuando mi papá tocaba en la orquesta y ella cantaba), y ahora me lo decían aquí...Duele? Sí, duele. Pero no tiene remedio.
No tenía dinero para regresar a Bs. As.
Al final, terminé en casa de mi tio, el genial, pero que no me podía tener. El era un hombre solo y hacía una vida muy disipada, me decía. No lo convencí. Así que él convenció a Teresa para que me diera el dinero para volverme.
El teclado tuve que terminar vendiéndoselo a uno de los primos para que me llegara el dinero, incluso con el equipaje.
Cuando fui a buscar el dinero, Teresa se asomó al balcón del último cuarto piso en donde vivía y me arrojó el dinero, con no recuerdo qué maldición.
Esta vez fui en autobús y sola a la estación. Todas las puertas estaban cerradas -o al menos, bloqueadas- para mí en Lima. ¿Qué había pasado? ¿Dos meses, uno? Vuelta a Bs.As.

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