martes, 6 de abril de 2010

LOS ANGELES - CALIFORNIA -

Ay, ay, ay. Ya en el mismo vuelo tuve problemas con un individuo que comenzó a mirarme y burlarse y hacer señas a los demás. Me levánté y lo encaré con mi mal inglés, pero me entendió a la prefección. Intervino una azafata (no a mi favor, claro) hasta que otras personas intervinieron y volviendo ella a mi asiento me pidió disculpas y entregándome su tarjeta me dijo que cualquier cosa que necesitara, incluso en Los Angeles, la llamara; que ella me salía de testigo.

Llegar a Los Angeles. Me ayudaron a entrar. Una empleada me confecciónó la tarjeta que hay que rellenar: que a qué vas, que a dónde vas a estar, que cuánto tiempo.

Una vez en el hall principal veo un mostrador de AIDS. Le explico que necesito donde estar y que sea económico. Me dice que en el aeropuerto me puedo quedar. Yo no me lo podia creer. "¿Cómo que en el aeropuerto?" -"Sí, y duerma-" me dijo. Era un señor judío, que hablaba en "argentino". Así que esa noche dormí en el aeropuerto.

Durante la noche me molestaron mientras yo dormía y me cortaron un botón de la chaqueta que llevaba puesta. Yo me enteré por la mañana cuando desperté. ¡Qué mal me sentí! ¡¿Aquí también?! Entonces recordé las palabras de alguien que, cuando yo le dije que me perseguían los del Ejército de Salvación, me dijo -"Si es así, no tienes lugar en el mundo...!"- Entonces poco importante era para mí el Opus Dei...

Me fuí, con una de las combi para eso, a un hotel. No recuerdo si pagaba 34 dólares por día. Me parece que no estuve más de una semana. Se me terminaba muy rápido el dinero y aún no estaba muy segura de lo que iba a hacer porque las cosas "raras" ahí también ocurrían.

Hablaba con S., el chico mexicano que conducía la combi del aeropuerto al hotel ida y vuelta, y con nadie más. Luego, era dar vueltas por la ciudad, "leer" el periódico por trabajo. No sé quién me mencionó el Shelter de la iglesia evangélica, y allí fui.

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