martes, 6 de abril de 2010

¿Y AHORA?

En cuanto al abogado Telles, en algún momento de "lucidez", luego de haber salido de trabajar con ellos, lo llamé por teléfono a ver si quería tomar legalmente el asunto en sus manos y fui a su despacho.

¡Pero qué les pasa a los...!

Yo explicándole, ya con más detalle, que yo no había tenido nada que ver en lo que habían hecho conmigo, y el hombre riéndose libidinosamente, asquerosamente, mientras en mi impotencia e indignación yo lloraba de, sí, también, rabia... Nunca en la vida olvidaré esa cara...
Demás está decir que salí como entré. No, peor.

En la masía de San Pere Pescador también habían aparecido libros que antes no estaban el la biblioteca (es decir cuando llegamos a la casa para las vacaciones). Uno que leí fue de Bertrand Russell, en donde explicaba su punto de vista en cuanto a la mujer y su rol en la sociedad, sobre todo el de la mujer casada. Lo que más me llamó la antención fueron los años que éste filósofo pasó en el psiquiátrico por sus ideas... Lo tomé como una advertencia...

El segundo, fue un tratado de Ocultismo y Pactos de Sangre. Extraordinariamente interesante, aleccionador, clarificador... Y pensé en Teresa, en sus pactos, en sus trabajos de ocultismo, su santería, sus vudús, y los pactos anteriores a que nosotras naciéramos... Llegué a analizar que nos había "entregado" incluso antes de nacernos... Y que nada en su vida tampoco había sido casual, así como la muerte temprana de mi padre y del padre de Teresita, su otra hija peruana, la que se suicidó...

A otro sitio a donde acudí fue a donde funcionaba el Departamento Contra la Violencia de Género de la Policía Nacional, de Vía Laietana (¡Es que dí tantas vueltas!!!; mira, creo que no hay un solo sitio a dónde no haya ido por ayuda), y una agente me trancribió todo lo que yo le decía, en lápiz. Después de un tiempo -no muy largo- se acercó uno que dijo ser jefe para que "a ver si apuramos un poco el trámite, que no tenemos toda la noche" . Cuando con la agente terminamos, y yo esperaba que lo pasara por ordenador y me diera una copia, se levantó y me acompañó hasta la puerta en tanto yo le reclamaba la copia de la denuncia. Que no, que eso era una investigación interna y que yo ya tendría noticias. "Noticias? a dónde? si no me tomó ni el teléfono"; -para ésto, en ese período, yo estaba en la calle, sin tener vivienda, ni trabajo-. Que fuera que ellos ya se ocuparían... "¡Qué impunidad, que.......................", todo lo que quieras imaginar, eso dije al salir.

Al final en octubre, y también por la monja de la Bonanova, hE, conseguí en una casa (caserón precioso) por Vilasar de Mar -Cabrils-. La casa de don Benito Alaver y Flia. Fué recién entonces que me dieron la Residencia. Yo había vuelto, no recuerdo bien cuándo, a Coruña, pero no me la habían dado. En esa ocasión paré en un centro gratuito -como un Shelter, de monjas- los días que estuve. También aproveché para leerme otro libro que me impactó por la temática, el desarrollo y el resultado. Se llamaba "Angélica". -Y es que en cada libro que "la gestapo" me dejaba, solía haber un mensaje oculto. En "Angélica" el mensaje era los enemigos "poder" por la envidia, el espolio, y la consiguiente miseria... Y la lucha encarnizada de la protagonista por la justicia, por lo que es justo, y su entorno.

Este matrimonio de Cabrils me ofreció ayudarme en lo que más pudieran. Yo ya había adoptado la costumbre de hablar del problema que me tenía en las condiciones en las que estaba. En algunos casos contaba todo y en otros solamente decía que estaba perseguida. A ellos les conté lo de las imágenes vistas por TV. Me comentaron estár muy bien relacionados, tanto en gentes de la policía como en políticos. Uno de los que mencionaron era un tal Pepe (José) López, jefe de Servicios de la Policía de Barcelona, con quién me harían hablar en una de las visitas que este jefe hiciera a la casa.

El trabajo, para qué hablar. A las 7 de la mañana, poniendo la mesa del desayuno. Eran las 4 de la tarde y había que estar diciendo "...que son las 4, ¿podemos comer?". Las 11:30 de la noche y estar poniendo el lavavajillas... Eso sí, una hora de siesta...

De la ayuda prometida, naa de naa de naa, porque comenzaron a hablar con no sé quién o quienes...
El tal López fue invitado sí, a comer, con su mujer, un día, pero yo tenía salida por la tarde y, pese a que los ví entrar, ninguna entrevista. Cuando a la sra. Graciela le pregunté si yo no iba a hablar con este hombre, me contestó muy mal y que "yo no tenía nada que hablar con él, que era una comida entre amigos y que yo no tenía nada que hacer ahí".

Al final las promesas de ayudas se volvieron "dudas?", e incluso me llegé a dar cuenta de que las mentiras contra mí eran constantes y en referencia a TODO: una tarde cuando salí, me quedé por Vilasar y fuí a la playa con tal mala suerte que al querer evitar ir por un camino más largo para pasar a la otra playa, crucé entre las rocas, y, quedándoseme un pié rezagado al querer bajar, me fui de bruces... Por supuesto me lastimé, las manos, la pera y los brazos. Cuando volví a la casa y Dña Graciela me vió, se agarró la cabeza y se puso a darme curas. Yo me reía y le contaba cómo había sido y que no era nada. Entonces entre ellos se miraron, como que no era la "información" que habían recibido... Y no me creyeron... ¿Qué mierda les estaban diciendo? ¿Que yo tenía qué?

Pero con el tiempo -no mucho, estuve sólo tres meses- las cosas empeoraron. Todos empezaron a comportarse cada vez más raros y yo empecé a sospechar que "les estaban compartiendo" las maravillosas creaciones con las que estaban justificando mi asesinato. Incluso hasta el hijo mayor llegó a querer hacerse el "listillo".

Para cobrar, tuve que firmar un recibo prácticamente en blanco, si no no cobraba. Decía que yo cobraba 120.000 psts. por los trabajos realizados... Podía tratarse de "cualquier" trabajo. Y eso que me habían incripto en la Seguridad Social. Peeero...

Estando en esa casa al final yo ya no confiaba en nadie -antes de dejar de confiar en ellos también- y creo que ya había tenido problemas con "mi paño de lágrimas" también. Así que no recuerdo por qué se los conté a ellos... Y lo digo porque no era justo que yo desconfiara de esa persona también... No; hoy, y aún antes, creo que no fue justo... ¡Es que llega un momento que ya NO SABES NADA.!

Enero 2001. Me había quedado sin trabajo. También había acudido a Sindic de Greus, que lo pasó al Defensor de Pueblo de Madrid y me lo pasaba llamándolos, para nada. Luego supe que el Defensor del Pueblo era del Opus Dei...

Por entonces me llamaron del Juszgado de A Coruña por una denuncia que yo había puesto, con tan pocas buenas intenciones la Secretaria, que no fue capáz de decirme que era la que había puesto contra Teresa -mi putativa-, cosa que yo interpreté que entraba en el mismo expediente de Fernandez, por lo que le contesté que no sabía de qué estaba hablando, harta también de las jaranas que se escuchaban por parte de esta mujer cada vez que hablaba conmigo; además ya le había yo dicho de que me habían colgado pornográficamente en Internet, con respuesta -ja, ja, ja,- ninguna.

No sé cuánto tiempo estuve sin saber qué hacer con mi vida. Tenía el dinero de tres meses trabajados y paraba en un hotel. El trabajo no me salía y también estaba harta de "las casas de familia". Quería de administrativa, o de venta de libros, o inmobiliaria... Quería salir de ese círculo vicioso pero no sabía qué más hacer. Concerté una cita en el Ayuntamiento de Vilasar, pero no me presenté. (¡Qué desconfianza les tenía ya a los organismos públicos!)

Si algo había conseguido con cada intento de denunciar y de confiar para ver de como resolver el problema, había sido que cada vez me acosaran más y peor. Probablemente se habían dedicado a compartir todo lo que habían obtenido de la violaciòn de mi intimidad y mi vida privada, de domicilios y lugares de trabajo...

Fui a una agencia de viajes y ví a dónde me podía ir. Saqué para irme en autobús a Italia: Milán.

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